THE RISE OF THE KINGDOM OF THE SUN 2

CAPÍTULO 75.- tercer fragmento

Intenten no saltarse los capítulos, muchos me estan preguntando porque hay saltos de tiempo, no son saltos, algunos caps tienen menos vistas que otros, revisen bien por favor, porque sino no van a entender.

Mañana y pasado mañana estaré subiendo los últimos capítulos, estén atentos y responderé preguntas por Instagram  para dar un cierre (pueden encontrar mi Instagram en mi perfil)

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Alan quedó en blanco por un instante, sintiendo cómo el mundo a su alrededor se desmoronaba. Un dolor indescriptible lo acometió, atravesándolo como una daga que giraba lenta y cruelmente en su pecho. Sus piernas flaquearon y comenzó a caminar tambaleante, como si cada paso fuera una lucha contra la gravedad misma, hasta llegar donde yacían su sobrino y su hijo. Cuando sus ojos se posaron en el cuerpo inerte de su pequeño niño, una oleada de desesperación lo paralizó. Con manos temblorosas, se inclinó sobre el cuerpo, pero no tuvo el valor de arrebatárselo de los brazos de Junior, quien estaba en medio de una crisis nerviosa, sus sollozos desgarrando el aire.

El cabello rubio platinado de su hijo brillaba tenuemente bajo la luz pálida, sus rasgos suaves y delicados le recordaban tanto a su amada esposa. Era el más dulce y calmado de todos sus hijos, tan diferente a él, y por eso lo adoraba con una devoción profunda.

Alan intentó usar todos sus sentidos, aferrándose a la esperanza de que todo fuera un terrible juego de su mente. Su corazón, aferrado a la negación, se negaba a aceptar lo que su razón ya le indicaba. Cerró los ojos, concentrándose, intentando desesperadamente encontrar algún rastro de vida, alguna chispa de esperanza en el cuerpo de su hijo. Pero lo único que sintió fue la magia congelante, maligna y penetrante, que había infestado cada uno de los órganos de Angel, impidiendo que su propio cuerpo se regenerará.

El corazón de su hijo estaba detenido, y el demonio había reclamado su cuerpo, inundándolo de corrupción, bloqueando cualquier posibilidad de retorno y evitando que Alan pudiera traerlo de nuevo con su poder.

Entonces la verdad lo golpeó con una fuerza brutal:

Su hijo estaba muerto. Su pequeño Angel estaba muerto.

Un sonido gutural, una mezcla de agonía y furia, escapó de los labios de Alan, tan terrible que hizo que Junior se estremeciera, como si aquel sonido inhumano confirmara la horrible realidad que tenían frente a ellos. Alan retrocedió, sus ojos fijos en el rostro de su hijo, donde aún quedaba grabada la última expresión de dolor.

El semidemonio retrocedió unos pasos, como si el mundo se cerrará sobre él, antes de que la ira, la desesperación y el inmenso dolor lo inundaran por completo. Un rugido desgarrador escapó de su garganta, un grito que resonó en el aire y vibró en la tierra. Nunca había gritado así antes, un alarido que desató el caos en su interior. Su demonio, que le preocupo de que estuviera tan hambriento de sangre y venganza, intentó tomar el control, pero Alan, consumido por el enojo más puro, se negó a ceder.