Oliver se incorporó con esfuerzo tras la onda de poder oscuro que lo había arrojado al suelo. Aún se sentía aturdido por la explosión de energía desatada por la diosa luna cuando intentó acercarse al lugar donde el astro se había posado. Después, un terremoto sacudió la tierra, causado por la explosión del último dragón, y para colmo, llamas oscuras se alzaban por todos lados, transformando el campo de batalla en un infierno.
El Rey, Alex y Matt seguían sin poder moverse del sitio, atrapados entre el cansancio y el asombro. Esta vez, una bruma dorada comenzó a extenderse por el suelo, envolviéndolo todo en un resplandor etéreo. Alex sugirió que tal vez deberían correr, pensando que podría ser una trampa final del dragón demoníaco, pero Oliver sintió algo distinto; la esencia de su hijo se mezclaba con la niebla, una energía curativa que reconocía al instante. Liam estaba en cada partícula de esa luz dorada.
La bruma continuó su avance, arrastrándose como un manto celestial que acariciaba la tierra. Cuando llegó hasta ellos, sintieron una paz profunda, como si cada fibra de su ser fuera envuelta por un amor puro y celestial. A su alrededor, los cuerpos heridos comenzaron a elevarse y los muertos brillaron con una intensidad dorada. Gemidos de dolor se transformaron en suspiros de alivio, y Oliver se dio cuenta de que algunos, incluso los caídos, comenzaban a resucitar.
—Miren a Jaime... —susurró Alex, que ya se había transformado en humano, su voz quebrada por la incredulidad.
Matt y Oliver lo imitaron, observando cómo el cuerpo de su amigo, el lobo caído, se elevaba por encima de los demás en un movimiento lento y elegante. La bruma dorada lo rodeaba, liberando destellos de escarcha luminosa que flotaban en el aire como un encantamiento. Con infinita delicadeza, la neblina depositó el cuerpo de Jaime de nuevo en el suelo, como si temiera romper algo frágil y precioso.
Los tres corrieron hacia él, sus corazones latiendo frenéticamente. Alex llegó primero y, sin pensarlo, se lanzó sobre el lobo, apoyando su cabeza en el peludo pecho de Jaime.
—¡Por la diosa luna! —gritó Alex, su voz quebrándose—. ¡Puedo escuchar su corazón!
Matt, que estaba a punto de chocar contra Alex en su carrera, se desvió bruscamente y corrió hacia donde yacían los cuerpos de Theo y Taylor.
—¡Quédate con Jaime! —exclamó Oliver, dirigiéndose a Alex—. ¡Yo iré con Matt!
Oliver ni siquiera intentó transformarse en lobo; la adrenalina le daba la velocidad que necesitaba. A su alrededor, vio cómo los cuerpos de los heridos y caídos eran elevados por la bruma dorada, envueltos en su resplandor mientras la magia de Liam sanaba sus heridas. Sin embargo, solo los suyos, su gente; los hombres lobos, hechiceros y cazadores que lucharon por el Reino eran tocados por esa gracia.
Llegó a la posición de Matt, que abrazaba a una figura pelirroja, una mujer cuya piel y semblante no mostraban signos del terrible destino que había sufrido.
—Señor Matt, me está asfixiando... —se quejó Taylor, aturdida y confundida, sus ojos desorientados por la nueva vida que la invadía—. ¿Qué está pasando?
Oliver contempló la escena, sin poder creer lo que veía. La magia de Liam no solo había devuelto la vida a Taylor; había restaurado su cuerpo por completo. Recordó cómo había salvado a Gabriela de algo similar años atrás y sintió que las lágrimas le llenaban los ojos. Su hijo no solo era poderoso, sino que su amor y sacrificio habían salvado a todos. Era el ser mas maravilloso que conocía.
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THE RISE OF THE KINGDOM OF THE SUN 2
Loup-garouEste libro es la quinta y ultima parte de la saga de Alfa King.