CAPÍTULO 76.- primer fragmento

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Alan apenas podía soportar el peso del dolor que lo aplastaba, pero la venganza lo mantenía enfocado. Ordenó a Junior que llevara el cuerpo de Ángel a su palacio, un lugar seguro, mientras él se lanzaba a la caza del demonio que le había arrebatado a su hijo. Cada paso, cada decisión estaba impulsada por una furia implacable. Teletransportándose de un punto a otro en el campo de batalla, siguió el rastro de la energía oscura, pero Zagan, el bastardo que buscaba era astuto y sabía que lo estaban cazando. Más de una vez, Alan estuvo a punto de atraparlo, solo para verlo desvanecerse en la oscuridad.


De pronto, un descuido le costó caro. Zagan lo atrajo a una trampa, un enorme monstruo de hielo emergió de la nada, abalanzándose sobre Alan en cuanto apareció en la zona donde había sentido la magia de su enemigo. La criatura lo atacó con furia, sus garras heladas rasgando el aire, pero Alan, consumido por la ira, lo combatió con una violencia igual de feroz. Cada golpe resonaba como un estallido, y aunque le costó varios minutos acabar con el monstruo, lo destruyó en una explosión de fuego infernal. Sin perder tiempo, se teletransportó de nuevo, esta vez decidido a no fallar.


Cuando llegó al nuevo lugar, casi se desplomó ante la escena de caos que se desplegaba ante sus ojos. El cuerpo del lobo de Theo yacía inmóvil en el suelo, mientras el cadáver destrozado de Taylor reposaba a pocos metros. El resto de su escuadrón luchaba desesperadamente contra una quimera que golpeaba y rasguñaba al lobo de Jaime con una fuerza brutal, lanzándolo como si fuera nada lejos de ahí.


El grito de rabia que salió de la garganta de Alan fue devastador, un rugido que resonó en todo el campo de batalla. Con un gesto violento, invocó a varios de sus espectros de fuego, que se lanzaron como torbellinos incandescentes contra la quimera, envolviéndola en llamas mientras desgarraban su carne con furia vengativa. El hechicero oscuro, consciente de la inevitable derrota, intentó huir, pero Alan apareció detrás de él en un parpadeo, sus manos cerrándose en un movimiento mortal alrededor del cuello del hechicero. Con una fuerza sobrehumana, lo levantó del suelo y le hundió el puño en el estómago, cerrando de golpe su fuente de magia.


El hechicero se retorció, sus ojos llenos de pánico mientras luchaba por respirar.


—¿Dónde está Liam? —Oliver, que se había transformado en humano, gritó mientras los espectros de Alan terminaban de destrozar a la quimera—. ¡Pensé que estaba detrás de nosotros!


—Desapareció rápido... yo... me di vuelta para pedirle ayuda con Theo y Tay... —Matt, con la voz rota por el llanto, apenas lograba articular las palabras—, pero ya no estaba. Ustedes... me uní a ayudarlos.


—¡Jaime no se levanta! —exclamó Alex, recién transformado de lobo a humano, con desesperación en la voz.


Sin perder tiempo, los tres corrieron hacia su amigo caído mientras Alan sacudía al hechicero como si fuera un muñeco, sus ojos ardiendo con furia.


—¡¿Dónde está el bastardo?! —gruñó Alan, apretando más fuerte—. ¡¿Dónde está?!


El hechicero dejó de luchar, una sonrisa malévola retorciéndose en sus labios.


—Ya es tarde —jadeó, saboreando cada palabra—, tiene al príncipe. Todo... todo está perdido para ustedes.

THE RISE OF THE KINGDOM OF THE SUN 2Donde viven las historias. Descúbrelo ahora