Liam comenzó a desesperarse, sintiendo cómo la presión lo aplastaba desde dentro. Por un momento, su instinto fue defenderse. No era un debilucho; había pasado años entrenando para enfrentar peligros terribles. Pero el agotamiento se apoderaba de él. Había usado todo su poder para curar a tantos, y ahora necesitaba tiempo, solo un poco de tiempo para recuperar fuerzas.
Lo que realmente necesitaba era una distracción, algo que retrasara al demonio lo suficiente para que pudiera reunir el poder necesario para cegarlo o, al menos, ganar unos segundos preciosos. Porque enfrentarse cuerpo a cuerpo con Zagan era inútil; el demonio era tan fuerte como Bael o Gaby, y Liam sabía desde hace mucho que no era rival para su demonio.
—¿Está por aquí, no es cierto? —Zagan agarró a Liam del cabello, forzándolo a arrodillarse mientras una mueca de dolor se dibujaba en su rostro—. Puedo sentir la esencia de la diosa más fuerte aquí que en cualquier otro lugar.
Liam no respondió, se concentró en no moverse. Mientras el demonio no entrara en el bucle temporal donde se encontraba el altar lunar, no tendría forma de llegar hasta Odette. No la alcanzaría.
—Y tú, desde luego, no me dirás cómo entrar —gruñó Zagan. Con un movimiento brusco, hizo aparecer dos espectros de hielo que se abalanzaron sobre Liam, sujetándolo con sus garras heladas mientras el demonio lo soltaba—. Mala suerte para ti que tengo maneras de romper las protecciones y entrar.
Zagan sacó un estilete, una hoja metálica puntiaguda cuya única función era perforar la carne. Pero este no era un estilete común. Un brillo verdoso y siniestro emanaba de él, un resplandor brillante que confirmó a Liam lo que ya sospechaba: estaba imbuido de magia oscura.
El demonio comenzó a recitar algo en una lengua antigua que Liam no comprendió. Runas similares a las que había visto usar a los hechiceros oscuros aparecieron en el suelo, brillando con intensidad.
Liam comprendió de inmediato lo que Zagan estaba haciendo. El demonio estaba en medio de un ritual que le permitiría entrar en el santuario. Al verlo acercarse de nuevo, esta vez con el estilete alzado, Liam intentó luchar, pero era demasiado tarde. Zagan hundió el estilete en uno de sus brazos y lo sacó segundos después, dejando que la sangre de Liam brotara. Para su sorpresa, no era roja como recordaba de cuando se había herido de niño; su sangre era dorada.
Zagan dejó caer unas gotas de esa sangre sobre una de las runas, y de estas surgieron lobos oscuros y cadavéricos que corrieron hacia la entrada del santuario. Chocaron con una pared invisible que los consumió, pero al hacerlo, abrieron un pasaje.
El demonio soltó un grito terrible de alegría mientras los espectros intentaban arrastrar a Liam. Pero el príncipe reaccionó de inmediato, transformándose en su lobo dorado, liberándose de los espectros de hielo con un poderoso movimiento y eliminando a uno de ellos con un mordisco feroz. Zagan se giró justo a tiempo para ver al lobo de Liam saltar hacia él, decidido a proteger la entrada a cualquier costo.
Aunque sentía que su energía estaba al límite, Liam sabía que debía actuar. Escuchó un aullido a lo lejos y vio al lobo de Noel acercarse a toda velocidad, sus ojos centelleando con determinación.
"¡Corre, Noel!" le comunicó Liam por la conexión mental. "¡Protege a Odette!"
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THE RISE OF THE KINGDOM OF THE SUN 2
Loup-garouEste libro es la quinta y ultima parte de la saga de Alfa King.