CAPÍTULO 72.- segundo fragmento

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Belial miró por la ventana como el sol se ponía y la oscuridad invadía el Reino. El camino al palacio se alumbró con antiguas farolas. Habitación por habitación era alumbrada excepto la suya. Siempre le gustó mucho la oscuridad, incluso cuando era un ángel.


Sabía que nadie más vendría, sus hermanos y Timothee se habían despedido de él antes de ir al banquete. Cuando este terminara y todos fueran acostarse, los demonios despertarían.


Belial sopló a la ventana de vidrió enfrente suyo, el frío había invadido el palacio tanto que podía ver su aliento como vapor.


Ellos estaban aquí.


El demonio se dio la vuelta y se encontró con dos ojos rojos que alumbraron la oscuridad. Después una gran bola de fuego en medio de su habitación lo alumbró todo.


Belial miró la cara alumbrada de Alan, pero no era Alan quien estaba dominando ese cuerpo. Era Agares.


El fuego desapareció y la luz eléctrica sustituyó su brillo.


—El maldito Belial —Agares dio un paso al frente con los brazos sujetos detrás de su cuerpo y recto como un viejo militar—, ¿Oh bendito?, no entiendo muy bien eso de tu alma.


—Ni yo —Belial se relajó por completo, dejando de lado su caminar infantil y actuando con majestuosidad como en su pasado—, no encuentro mucha diferencia en tener un alma y no tenerla.


Agares lo observó en silencio por casi dos minutos.


—Debí escucharte —hablo por fin—, cuando nos advertiste sobre la muerte de Abraxas. Ni mi tonto hermano ni yo te escuchamos. Al final nos mataron como previste.


Belial bufo.


—Al menos regresaste al infierno —Belial se alejó de la ventana—, yo me quede encerrado en un lugar de mierda que tampoco puedo explicar, esta existencia es demasiado extraña.


—Pero ya estás aquí y tu tontería de alma hizo que te quedaras de nuestro lado.


Belial quiso decir que no lo hacía por Lilith, que lo hacía por su familia, pero se contuvo. No quería revelar más debilidades. Para ellos solo eran marionetas que utilizaban a su antojo.


—Ven que los demás están esperándonos —hablo Agares—, Abaddon estará feliz de verte.


Belial intentó no reír al pensar en Estefan actuando como Abaddon.


Camino libremente por el palacio viendo cómo los guardias se ponían a un lado al caminar. La ironía que ante ellos no había príncipes sino demonios era algo extraño para Belial. No era muy diferente al infierno de ese modo, Agares era un duque al que todos temían tremendamente.


Llegó al salón dorado, donde se festejaban todos los años la reunión de las manadas principales. Belial nunca tuvo permitido el ingreso, solo los escuadrones y el Rey podían. Una parte de él se sentía como si estuviera haciendo una travesura.

THE RISE OF THE KINGDOM OF THE SUN 2Donde viven las historias. Descúbrelo ahora