El día de la ceremonia llegó y todo el mundo se preparó para ir al lugar donde se realizaría.
El templo solar, que se encontraba en medio de la capital en una zona prohibida para las personas sin autorizar, era donde se llevaba a cabo la coronación de los nuevos reyes.
Miranda se había puesto un vestido de color plata que combinaba con el dije del collar negro que tenía, era largo y muy formal; Kami había optado por uno color celeste claro que se cerraba en dos piezas atándose con una tela larga y gruesa coloreada de forma que parecía tener el mar dibujado.
El maestro tenía la misma capa de siempre color violeta.
Débora estaba vestida con un vestido blanco y sencillo que dejaba un hombro al descubierto y en el otro se unía la tela en un broche color bronce.
La menor temblaba y sudaba, ya que jamás había presenciado una ceremonia de coronación, pues a los plebeyos solían no invitarlos a ese tipo de actos; en cierto punto se sentía desubicada por su origen.
Llegados al templo quedó maravillada con la arquitectura del lugar, estaba en la parte más alta del reino y se podía ver el horizonte hasta tierras lejanas; rodeado de veintidós columnas conectadas por flores de todo tipo y colores, mientras que en el medio se dibujaba de color violeta una flor de lirio.
Con magia elemental crearon unas velas que flotaban, iluminándolo.
La coronación duraba toda la noche hasta el primer rayo de sol que indicaba que la bendición era dada y definía el curso del reinado.
Dependiendo de lo que sucedía en el amanecer podría tomarse como buen o mal augurio.
Miranda le había contado que una sola vez en una coronación el sol quedó totalmente tapado por la luna y fue el mismo año donde se tuvo que implementar la hechicería para proteger el reino por la amenaza de los demonios.
Nunca había visto uno. Supuestamente la orden de caballeros habían sido quienes los derrotaron hace más de mil años, de la cual luego derivaron los gremios.
Fue en ese momento donde también las magias se dividieron y evolucionaron.
Por eso su magia no era tan investigada y al ser de las primeras no se la tomaba en cuenta.
Miranda le explicó que al principio eran hechizos fáciles y que ayudaban al día a día, pero que inexplicablemente y de un momento a otro los niños con distintas magias muy poderosas y nocivas habían comenzado a nacer.
Al ser necesarias luego para proteger al reino se le dio prioridad a las magias elementales puras dejando de lado a la suya.
En un momento se escuchó una campanada y un hombre vestido con una túnica blanca apareció por unas escaleras que hasta ese momento no había notado.
—El nuevo rey se hará presente. —La voz grave resonó en todo el lugar y luego se oyó una nueva campanada.
Todos se arrodillaron para recibir a la persona que gobernaría a partir de ese día.
Débora observó a su alrededor, había mucha gente que no conocía, solamente reconoció a Dimas, Frederick, el general y Kuyen.
—Recibamos al señor Leah Firs Athemp.
Una presencia intimidante y fría se hizo presente en el lugar y todos levantaron la vista.
Era un hombre que estaba entre sus veinticinco y treinta años, de pelo oscuro como la noche y piel blanca igualando la nieve más pura.
En su rostro no se formaba ninguna expresión, parecía de porcelana y podría pasar por muerto tranquilamente.
«Parece embalsamado» pensó Débora y miró a Miranda que se notaba que estaba aguantando la risa. Seguro por su mente había pasado una idea similar.
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Desde el abismo
Fantasy¿Qué es lo justo? ¿Qué lleva a las personas a enfrentarse o aliarse con otras? En el reino de Lilian conviven diferentes gremios de hechiceros encargados de sostener un sistema que poco a poco se caerá a pedazos. Las personas del gremio del abismo f...