—¿Qué te sucedió en la cabeza? —preguntó Supribia a Débora que estaba sentada en la fuente.
—¿Esto? —preguntó tocándose el pequeño pelón que tenía cerca de su nuca—, cuando me estresaba solía arrancarme los pelos de esa zona, ahora ya no crecen más.
El demonio le cruzó un brazo sobre los hombros, dejando su mano apoyada en la cabeza de la mujer.
—¿Algo te estresa en éste momento?
Débora volteó, su rostro parecía reflejarse en sus ojos que eran como un mar rojo profundo, repleto de historias y vivencias.
En uno de los libros que Miranda le dio para estudiar recordaba que había filosofías que decían que allí se plasmaba el alma, algo que reafirmaba cada vez que lo veía.
Si bien era capaz de entender el desprecio a los demonios, al fin y al cabo eran solamente una consecuencia de los humanos mismos, sus deseos habían sido tan fuertes que crearon seres materiales que vivían inmortalmente; fortalecidos por sus creadores.
También encontró en la biblioteca de los demonios muchos datos sobre la importancia de la existencia de ellos, no existían sin una razón de ser. Ellos eran el agente equilibrador del mal, mostrando su existencia para que la gente pueda creer en el bien, en realidad, las concepciones que se tenían de esos dos términos.
Ella sabía lo que Desira le hizo al reino de Miranda, pero también que los reyes habían traicionado por egoísmo a su pueblo, permitiendo que él pueda atacarlos de esa forma.
Mucho tiempo quiso ser la más fuerte para demostrarle a las personas que podía lograrlo, pero acumuló odio por años ya que nunca era suficiente. Jamás iba a ser tratada con respeto por ser plebeya y tener un poder vulgar.
Cada vez que recordaba los años en la orden de caballeros quería volver al momento de asesinarlos, el hostigamiento, las faltas de respeto y el poner en duda su poder eran moneda corriente.
Recordaba los tratos hacia Miranda y Kami, y también como ellas trataron en la medida de lo posible que no sufra lo mismo, pero el destino las separó.
Los demonios, en especial Supribia, le dieron una razón de vivir y luchar, al mismo tiempo que le mostraron otro mundo donde el nacimiento no era tan importante como lo que uno lograba mediante los años.
Pensar en construir un mundo nuevo, destruyendo el anterior sistema le generaba una sensación de paz en el pecho y la mente.
Los demonios con los que trabajaba Débora querían asentarse en un solo reino, dejando de controlar los otros desde las sombras y lograr así crear un nuevo panteón en esas tierras, un imperio demoníaco.
Desde que un deseo oscuro se materializa en un ser no humano, éstos son obligados a darse lugar entre los que ya nacieron, peleando por respeto.
Mientras más personas tengan presente esas emociones que los generan y cometan delitos en nombre de ellos, mucho más poder tenían.
Aunque eso no evitaba que nuevos demonios surjan y cada continente tenga los suyos. Ellos lograron ser los más dominantes, pero sentían que la culminación de su fuerza sería ser independientes de su propio mundo.
Cimentarlo sobre aquellos que tanto los habían usado para sus propios intereses personales, y que el anterior rey haya querido desligarse solamente ayudó a que su deseo se materialice.
No pensaban perder a Desvidia, pero Débora demostró ser una humana excepcional con un potencial desaprovechado por todos sus compañeros y aliados.
Una mujer que no sentía envidia a pesar de tener ese poder que fue duramente insultado y criticado por todos, exponiendo límites a los cuales nadie como ella había llegado.
Desde el momento que Supribia la vio a través de los recuerdos de su compañero supo que necesitaba tenerla a su lado, él percibía lo que los demás no, al igual que sus superioras lo hicieron en su momento.
—En absoluto, solo es un recuerdo guardado en mi cuerpo —respondió la mujer levantándose de la fuente.
Débora tomó la mano que estaba en su cabeza y se llevó a Supribia con ella, ahora tenía razones para vivir, una de ellas estaba siguiéndola obediente sin soltarla.
La iban a juzgar siempre por condiciones que no había elegido, no le debía nada a ese reino, que estaba cayendo sobre él, el peso de sus actos.
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Desde el abismo
Fantasy¿Qué es lo justo? ¿Qué lleva a las personas a enfrentarse o aliarse con otras? En el reino de Lilian conviven diferentes gremios de hechiceros encargados de sostener un sistema que poco a poco se caerá a pedazos. Las personas del gremio del abismo f...