Parte sin título 11

2 1 0
                                    

La ejecución se iba a llevar de forma privada porque los nuevos caballeros comenzarían a ser organizados desde temprano para luego hablar de la situación actual, por lo que mostrar el castigo a los que desaprobaron sería una pérdida de tiempo.

Miranda y Kami se encontraban en celdas diferentes aunque estaban una al lado de la otra.

—Me recuerda a cuando me apresaron los de luna creciente —dijo Kami con los brazos apoyados en la reja mirando el cielo.

Las celdas eran jaulas de un metal grueso ubicadas en un campo vacío, lo que hizo pensar a Miranda que tal vez los incineren.

—Si pero ellos no te iban a matar —respondió su amiga que estaba al lado en otra celda.

—Es un punto —suspiró.

Las dos tenían la vista perdida en la profundidad de la noche, les preocupaban Débora y Han Ze, pero entendían que el camino que eligieron era eso también.

Los hechiceros de gremios y caballeros, todos sabían a lo que se arriesgaban cuando juraban lealtad a su reino y reyes, eso incluía la muerte.

Se oían personas gritando por auxilio mientras que otras lloraban desconsoladas; algunos trataban de romper las rejas pero estaban hechizadas para que al sentir cualquier magia o ataque le salgan pinches filosos, lo que se había llevado la vida de varios antes de la ejecución formal.

—Bueno, no queda de otra ¿no? —preguntó resignada Miranda observando la media luna que estaba en el punto más alto del cielo.

—Así parece.

La voz de las mujeres era tranquila y serena, sus rostros mostraban paz y en los ojos parecía que se reflejaba algo de esperanza en forma de brillo.

Algunas personas habían comenzado a cantar para recibir su muerte y las dos se unieron a esas voces, que fue lo último que se escuchó de los hechiceros ejecutados poco tiempo después con una llamarada infernal que calcinó todo a su paso.

Desde el abismoDonde viven las historias. Descúbrelo ahora