Parte sin título 26

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Al otro día partieron al reino del sol, el origen de Kami.

Mientras más se acercaban, se sentía la tensión en la expresión de la mujer, que pasó de ser amable a tornarse oscura.

En su mirada se reflejaba que aunque no quería vengarse, aún tenía un poco resentimiento por las personas que asesinaron a su familia y esa era una de las razones por la cual llevar a Miranda, si debían enfrentarse era la primera que la defendería.

Podría parecer algo egoísta, pero le daba miedo paralizarse debido al trauma y su amiga era como un cable a tierra; algo que solo ella era capaz de hacer.

A parte, con la llegada de Legon, Kuyen no sería el único capaz de darles pelea a Débora y los demonios.

Cuando llegaron al continente donde se encontraba el reino que gobernaba la familia de Kami a Miranda le sorprendió, las casas bajas y de madera hacía parecer que estaba en otro mundo; las personas vestían de forma distinta y caminaban sumidas en sí mismas.

Kami largó todo el aire que tenía y la hizo caminar hasta un puente mostrándole un camino repleto de árboles con hojas rosadas, eran típicos de allí y el favorito de su amiga.

—Cuando crucemos nos encontraremos la que fue mi casa, aquí daremos con el líder del clan que tomó el lugar de mi hermano —explicó con la mirada perdida en un hermoso jardín—. Ahí dentro viven aprendices y sacerdotisas que podrán darnos información sobre los demonios.

Miranda caminó al lado de la mujer, que al presentarse a los guardias la miraron horrorizada y trataron de arrestarla.

Kami los aplastó de un solo movimiento y se acercó al que parecía tener el rango más alto.

—Quiero ver al líder. —Exigió levantándolo y quebrándole un dedo.

Adolorido el hombre corrió y las dirigió a una enorme casa, tuvieron que caminar por un pasillo hasta llegar a una puerta corrediza.

—Aquí se encuentra —dijo el herido arrodillándose frente a ellas y señalando la habitación.

Kami abrió la puerta de par en par y Miranda le indicó con la mirada al guardia que desaparezca.

—¡¿Quién eres tú?! —preguntó un hombre levantándose del suelo, parecía que estaba anotando algo previo a que las mujeres ingresen.

—Hikari Kami, la antigua dueña de esta casa —respondió con la frente en alto.

El hombre estaba paralizado y quiso accionar pero Kami no le dio nada de tiempo, ya que en pocos segundos lo tuvo enfrente y aplastó su cabeza contra la mesa que previamente estaba usando, rompiéndola.

Miranda cerró la puerta.

—Vengo en son de paz —comenzó a hablar—, no busco venganza, solamente quiero información sobre los demonios.

«No me parece muy pacífico de su parte» Miranda la observaba, pero no la juzgaba, ella posiblemente haría algo similar.

—No puedo creerle a alguien de esa familia. —Habló con la cabeza presionada sobre el suelo.

—Somos de la misma familia, tío. —La declaración dejó impactada a Miranda que no disimuló su sorpresa.

Su propia sangre la había masacrado, era increíble, jamás mencionó ese detalle en su narrativa.

—Así que vamos a resumir las cosas, me vas a dejar hablar con la sacerdotisa del templo y le vas a decir que coopere conmigo, porque usted y yo sabemos que la única razón por la cual siguen ocupando el puesto que le correspondía a mi hermano es por capricho mío. —Kami había tomado a su tío del rodete y lo miraba como una desquiciada.

Desde el abismoDonde viven las historias. Descúbrelo ahora