Parte sin título 34

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La imagen del sacerdote había crecido considerablemente, considerándose el nuevo rey y un iluminado capaz de curar los males del mundo.

Linam Cles era el nombre de ese maldito bastardo manipulador, que salía en todos los diarios y viajaba por el reino dando una imagen de protector y sanador, abocado en el bienestar mundial.

El imperio de Débora se estaba gestando y tomaba cada vez más fuerza, pero no permitían que el clero ingrese ni trate de tener ningún tipo de contacto.

Esperaron que tal vez ellos los ataquen ahora que parecía tomar más forma, pero en cambio tenían una vida pacífica.

Cada vez que recordaban eso, Miranda, Kami, Kuyen, Legon, Dimas y Mariah dejaban de hablar y oscurecían su mirada. Era estúpido e irónico que los demonios tengan un reino donde la paz y la felicidad eran moneda corriente.

Cuando Kuyen se infiltró con su magia lo que vio fue algo desestabilizador e impactante, las personas eran felices entrenando y trabajando para alzar su reino; estaban anclados a la isla Solarum y las armas eran todas de ese material.

No solamente estaban bien, sino que eran fuertes.

Al oír lo que Kuyen les comentó, todos quedaron quietos e incluso Miranda dejó escapar una risa nerviosa e histérica, parecía que los malos de esa historia eran ellos.

—¿Qué sigue? ¿Débora está esperando un hijo? —preguntó Kami con claro recelo.

—Bueno... —Todos observaron a Kuyen y se levantaron de las rocas en las que estaban sentados.

—Kuyen, es mejor que no nos cuentes más. —Recomendó Miranda levantándose.

Él había tratado de llamar a Lilith y mantenerse por más tiempo consciente, pero al no ser su magia natural, su cuerpo parecía no querer hacer caso.

El reino de Kami decidía no meterse en el camino y arriesgar su paz, mientras que los otros tenían intereses que mantener con demonios más allá de los que estaban formando su imperio.

Lilith tampoco les daba un muy esperanzador futuro, debido a que los híbridos perfectos daban un gran estatus entre demonios, y no solamente eso, sino que convivir en un imperio tan variado lograba el objetivo de ser el más fuerte y respetado.

Ningún demonio, solo ella, estaría de su lado en atacarlos.

En el pasar de ese tiempo, muchos generales los habían encontrado, pero resistieron y pelearon hasta el final, mostrando que aunque sean menos, su fuerza era increíble, pero no lo suficiente para levantarse contra todo un reino.

O por lo menos para hacerlo sin asesinar civiles...

Eran calificados como los seis diablos del abismo, recordando de donde eran las mujeres que supuestamente engatusaron a los otros cuatro.

Sus cabezas tenían precios muy altos y estaban prohibidos en todo el reino, incluso personas que no eran caballeros los buscaban para cobrar la recompensa; sin dudas estaban viviendo un infierno.

La que más pena les daba era Mariah, que quedó envuelta en ese lío sin querer, pero no quería separarse de Dimas.

El peor día fue cuando Miranda se encontró con la general Agel Hoks, quién la culpaba de todas las desgracias del mundo, no solamente de haber entrenado en su momento a Débora.

Estaba caminando sola, tratando de encontrar un lugar para dormir, cuando la mujer la interceptó junto con otros caballeros.

Los tiempos que corrían creaban hombres y mujeres muy fuertes, el crecimiento de poder que tenían era innegable.

Desde el abismoDonde viven las historias. Descúbrelo ahora