Miranda huyó del enfrentamiento, buscando a sus compañeros, pero en cada lugar donde se reintegraba, estaban sus enemigos, eran como cucarachas esparcidas en todo el mundo.
No solamente eran los caballeros y personas del clero, sino que también civiles que se unían a la causa, manipulados totalmente.
Más allá de la fuerza y capacidad que podía tener, ella no podía sola contra un reino entero.
Se transportó hasta el palacio en busca del rey, pero no solamente no lo halló, sino que también se encontró con personas que querían su cabeza.
Todo el panorama se tornaba negro, sin futuro ni final más que su propia muerte y la de sus compañeros.
Mientras se transportaba pudo ver a Mariah que estaba en un rincón recostada, observando aterrorizada cómo se le acercaba una multitud enfurecida por ser la persona que acompañaba a Dimas, quien al igual que Kuyen ya no eran bien recibidos.
Miranda la levantó con un hilo y se la llevó lejos, tratando de alejarse lo más posible del lugar hasta uno más tranquilo.
La mujer estaba totalmente bloqueada, no hablaba ni se movía, a gatas respiraba.
Debía ser un shock importante luego de lo que había pasado con su región y ahora esto.
Pero lo que más le preocupaba en ese momento es que desplegase su poder y las mate, así que decidió noquearla.
—Dissolvere et copulare —susurró con la joven entre sus brazos, iba a buscar a sus compañeros cueste lo que cueste.
Pudo llegar donde se encontraban Kami, Dimas, Kuyen y Legon, le hubiera gustado no ver la escena.
Estaban dañados, sangrando y a gatas podían mantenerse en pie.
Cómo lograban resistían, pero se acercaban más personas de la capital, y al igual que ella, no querían matar inocentes ignorantes.
Aunque el poder destructivo que tenían los cinco juntos podría superar ese número, el daño que causarían sería irreparable.
Algunos hechiceros eran muy poderosos, y juntos, lograban acorralar a sus compañeros, así que Legon decidió carbonizarlos sin reparos, era la única forma de salir.
Dimas entendió lo que quería hacer, así que uniendo sus magias crearon una pared de fuego que los rodeaba y se alzaba muy alto al cielo, tanto que Miranda desde su posición podía percibir la elevada temperatura.
Ese tornado de fuego, mezclando magia elemental con celestial, comenzó a expandirse, destruyendo todo a su paso, árboles, rocas, personas y animales quedaron reducidos a cenizas.
Ella logró defenderse del ataque con una capa celestial, pero incluso así sintió el calor abrasador.
Kami y Kuyen vieron esa capacidad destructiva y se dejaron caer al suelo. El fuego había absorbido bastante oxígeno del lugar, por lo que ellos también fueron afectados indirectamente.
Miranda bajó hasta ellos.
Nadie hablaba, todos se encontraban fundidos en sus pensamientos, sin saber realmente hasta donde eran capaces de llegar los del clero y mucho menos como seguir.
Una guerra había comenzado, y sorprendentemente Débora y sus demonios no tenían mucho que ver, ni siquiera habían aparecido.
—Alguien del clero puede controlar los cuerpos, no sé cómo funciona, pero tu hermano era uno. —Sintió la necesidad de decirle a Kuyen que su hermano había muerto hace más tiempo del que creía.
El rostro del hombre se oscureció y solamente hizo un gesto de cabeza en agradecimiento por el aviso, aunque dentro de él sentía que ya sabía eso.
—Los capitanes vendrán por nosotros —dijo Dimas que había recostado en sus piernas la cabeza de Mariah que seguía noqueada.
—¿Qué deberíamos hacer? —preguntó Kami desanimada.
—Estaban investigando los cuerpos de las mujeres fuertes para que sirvan de incubadoras incluso muertas, por eso no tenemos chance de salir con vida —comentó Miranda.
Todos quedaron horrorizados con lo que había dicho sobre los estudios que halló en el archivero de Killem, o lo que sea que haya sido.
—Los demonios ya no trabajan con ellos, pero no quiere decir que no estén dispuestos a recuperarlos, incluso serían capaces de buscar otros con los que puedan hacer tratos.
»Entre los archivos no hallé los nombres de los demonios que ya conocemos.
Mientras Miranda explicaba el plan que tenían, todos observaban un punto fijo en el suelo, estaban rodeados, sin lugar donde ir y tampoco se les ocurría alguna solución.
—Me molesta que nos acorrale alguien con un plan tan... ridículo —dijo Kami entre dientes.
—Es el poder de las masas, no importa que tanta razón tengamos, si el rebaño lo acepta, no tenemos nada que hacer. —Miranda estaba resignada.
—Si... pero, ¿nadie se cuestiona? —Juzgó Dimas.
—No, ¿en qué sociedad creciste Gresch? —Legon lo miró con la vista cansada.
Él había sido uno de los nobles que se cuestionó y allí estaba, al igual que los otros dos.
Miranda, Kami y Han Ze no seguían las normas ni lo aceptado socialmente y también los marginaron.
En cierto punto, los cinco comenzaron a entender a Débora, algo irónico siendo que ella era su enemiga principal y ahora todos le daban la razón en distintas medidas.
—¿El rey? —preguntó Kami.
—Debe estar encerrado o muerto. —Kuyen se había levantado y comenzó a irse para el lado contrario a la capital.
Todos lo miraron sorprendidos, pero no tardaron mucho en unirse a la caminata, estaban agotados física y mentalmente, debían ocultarse en algún lugar lejano y luego de dormir, si podían.
Llegaron hasta un monte en el cual se vislumbraba una cueva, donde pasaron la noche.
La única que pudo descansar fue Mariah y solamente porque estaba noqueada, los demás solo cerraron los ojos y fingieron.
En una situación así, con el estrés tan alto hacía imposible siquiera pensar en ingerir comida o agua, estaban rodeados mientras se desencadenaba una guerra en el reino.
Todos los caballeros y generales estaban buscándolos para asesinarlos, y no pararían hasta encontrarlos, asesinarlos y mostrárselos al sacerdote que ahora tenía el control absoluto del reino.
Con un rey ausente y mala imagen, ese hombre se presentaba como la salvación a un reino que ya tuvo una catástrofe tan grande como la destrucción de una de sus regiones.
El tiempo había comenzado a correr, y a los pocos meses de esos acontecimientos, ellos seguían escondidos, sobreviviendo como podían pero no eran capaces de salir del reino debido a la enorme seguridad que existía.
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Desde el abismo
Fantasy¿Qué es lo justo? ¿Qué lleva a las personas a enfrentarse o aliarse con otras? En el reino de Lilian conviven diferentes gremios de hechiceros encargados de sostener un sistema que poco a poco se caerá a pedazos. Las personas del gremio del abismo f...