Parte sin título 15

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Dimas despertó en la cama de un hospital de la orden, el golpe en la cabeza no le generó mucho daño pero lo había mandado a dormir por casi tres días.

Débora fue ascendida a general en ese tiempo, consiguiendo tener treinta estrellas. Gracias también a los recuerdos de Dimas no se la culpo por asesinar a sus compañeros y antigua capitana.

Era considerada una prodigio ya que a sus diecinueve años había logrado derrotar un demonio y escalar rápidamente en los puestos de caballeros, aunque para ella no era suficiente.

Kuyen seguía vivo y luego de volver de la batalla contra Desvidia se había descubierto que fue a pelear con otro que había logrado pasar a este plano en ese mismo momento, así que también evitó un gran ataque al reino.

Débora lo miraba con recelo, no sería la más fuerte si ese hombre seguía entre los generales, pero al mismo tiempo no podía ir contra él sin más. Debía encontrar una excusa como lo hizo con sus otros compañeros.

La magia del general, al igual que su mellizo que estaba con el clero del reino, era extraña y compleja; no era muy buena en la ofensiva, pero desestabilizaba y debilitaba a sus enemigos a la distancia.

La sociedad la respetaba por temor.

La sometieron a arduas investigaciones porque creyeron que venía de alguna familia noble o tenía otro poder a parte del suyo, ya que una plebeya de magia de objetos jamás podría ser tan fuerte.

Estuvo más de dos meses respondiendo ante el rey y otros nobles sobre su origen, sus padres y su forma de entrenamiento. Llegaron a pensar que su madre era una adúltera, pero no tenían pruebas.

No le ofendía que despotriquen contra sus progenitores ya que ella no los tenía en alta estima debido a que toda la vida la compararon con otras personas y se encargaron de educarla para que sea débil y dócil.

Solo le molestaba una cosa: no importaba cuanto se esfuerce, las personas del entorno donde había pasado los últimos años no terminaban de aceptarla y seguramente jamás lo harían; su origen plebeyo y su magia eran razones suficientes para eso.

Podía saber que las conspiraciones contra su persona estaban en cada rincón de las ordenes de caballeros y el palacio debido a que consideraban que nobles con un apellido y otro tipo de magia menos vulgar eran idóneos para su puesto.

Pero hacer las cosas como querría ella no eran aceptadas y consideraba que el rey se había vuelto un flojito.

Hizo una carta de disculpas y un cementerio para las personas que mandó a ejecutar ese día hace cuatro años atrás mostrando arrepentimiento por sus acciones desesperadas.

Dimas la encontró en un monte lejano a la capital entrenando, como era de esperarse de la general de la orden de los leones; ya que Kuyen se convirtió en general de los caballeros, desplazando a Maximus Aldren que se había deteriorado por una rara enfermedad.

—Quiero hacerte una pregunta —dijo Dimas parándose frente a Débora que lo miró sobre el hombro.

Seguía siendo más alta que él y su carácter se había vuelto aplastante.

—¿Por qué me dejaste vivir? —preguntó.

—Porque no me atacaste —respondió ella mirándolo fijamente.

Dimas apretó los dientes y puños mirando al suelo, él sabía que no había sido por eso y estaba cansado que disfrace la verdad para manipular su entorno.

—Me dejaste vivir porque iban a analizar los recuerdos de alguien, pero sé que lo hiciste por egoísmo, para ascender, así como también sé que Desvidia fue la excusa perfecta para matar a la capitana Fiary y a los demás. —Sentenció el joven que había estado reuniendo valor para enfrentarse a Débora, sabiendo que eso significaba que podía morir en sus manos, pero con la esperanza que puedan descubrir la verdad.

Desde el abismoDonde viven las historias. Descúbrelo ahora