Seguíamos en ese mismo lugar, en el mismo asiento, con la misma mujer. Ella nos miraba con ojos desorbitados, murmurando palabras sin sentido que se perdían en el aire denso de la sala. El brazalete en su muñeca brillaba con un destello inquietante, y su aspecto desaliñado sugería que había salido de algún lugar para locos. Antes del apocalipsis, había leído en los periódicos sobre un psiquiátrico no muy lejos de la ciudad, donde llevaban a quienes sufrían enfermedades mentales. Ellis encajaba perfectamente en esa descripción: temblores incontrolables, sudor empapando su piel, ojos que se movían frenéticamente y titubeos que delataban su inestabilidad.
Mientras observaba a Ellis, un escalofrío me recorrió la espalda. Su comportamiento era completamente espeluznante.
De repente, un grito desgarrador rompió el silencio. Una mujer robusta irrumpió en la sala, sus brazos agitándose como si intentara volar lejos del terror que la perseguía. Su respiración era pesada y entrecortada, y las lágrimas corrían por su rostro descompuesto.
—¡Ella se... se se fue! —tartamudeó Bridget al llegar junto a Ellis.
Los ojos de Ellis se abrieron como platos ante la noticia; su piel se tornó pálida como el papel. Un tic en su ojo delataba una mezcla de terror y rabia que parecía querer estallar.
Yo repetía en mi mente: ¿Quién se fue? La voz de mi cabeza gritaba por escapar de aquel lugar asfixiante, donde la locura flotaba en el aire junto a la humedad y la oscuridad. La ansiedad me invadía; mi pierna se movía sin control mientras pensaba en qué sucedería si decidíamos irnos. ¿Y si Rick aparecía aquí? ¿Y si...?
—¿¡Qué!? —grito de repente, golpeando su pierna con fuerza.— ¿¡Cómo permitiste que esto sucediera!? —bufo varias veces, acercándose peligrosamente a Bridget.
La impotencia la consumía. Con cada palabra que salía de sus labios, podía sentir como si mi miedo se transformaba en furia. La sala parecía cerrarse a nuestro alrededor; las paredes pulsaban con una tensión opresiva. Y allí estaba yo, atrapada entre el horror y la desesperación, sintiendo cómo cada segundo contaba como una eternidad. La mirada de Ellis se volvía más frenética; podía ver que su mente luchaba contra un mar de pensamientos oscuros.
En ese momento, comprendí que no éramos solo prisioneros de ese lugar; éramos marionetas en un juego macabro donde el destino nos había dejado sin control. Y así, mientras el eco del llanto de Bridget resonaba en mis oídos, me di cuenta de que estábamos al borde del abismo… y que tal vez no habría vuelta atrás.
Observé a Michonne, cuyos ojos estaban fijos en las dos mujeres, evaluando la escena con una calma tensa, como un depredador esperando el momento perfecto para atacar.
—Los niños...—susurré, saliendo de mi trance. Michonne era más estratégica; yo siempre había sido más impulsiva. No podía quedarme esperando a que la experta en artes marciales reaccionara ante las dos prisioneras en esta casa. Tomé una respiración rápida y grité con todas mis fuerzas: —¿¡DÓNDE ESTÁN LOS NIÑOS!?— Me moví inquieta en la silla, pero ellas no respondieron. En cambio, una de ellas me miró con una vena sobresaliendo en su frente. Sin previo aviso, levantó su arma y disparó a Bridget sin piedad; su cabeza estalló ante nosotras, y la sangre salpicó las paredes blanquecinas, los cuadros y las finas cortinas de las ventanas. Atónita, observé la escena; mi boca temblaba y mi mente se nublaba por el estruendo.
El silencio que siguió fue eterno; segundos que se sintieron como días. Mis ojos no se apartaban del cuerpo sin vida de Bridget. No quedaba rastro de su cabello rubio y rizado, ni de sus oscuros ojos o sus labios grandes.
—¡Esa zorra!...—gritó la mujer mientras pateaba el cuerpo sin vida.—Permitió que se fuera.— Luego me miró intensamente.
—¿Quién? ¿Quién se fue?—pregunté, con un nudo de preocupación en el estómago. No podía creer que Clementine o Carl se hubieran ido; ya no los oía.
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𝐍𝐎 𝐓𝐈𝐌𝐄 𝐓𝐎 𝐃𝐈𝐄 / (𝐃𝐀𝐑𝐘𝐋 𝐃𝐈𝐗𝐎𝐍 𝐘 𝐓𝐔́)
Fanfiction𝙼𝚎 𝚕𝚕𝚊𝚖𝚘́ ___ 𝙶𝚛𝚎𝚎𝚗𝚎, 𝚜𝚘𝚢 𝚕𝚊 𝚑𝚒𝚓𝚊 𝚍𝚎𝚕 𝚖𝚎𝚍𝚒𝚘 𝚍𝚎 𝚕𝚘𝚜 𝙶𝚛𝚎𝚎𝚗𝚎 𝚢 𝚜𝚒𝚐𝚘 𝚟𝚒𝚟𝚊, 𝚊𝚕𝚐𝚘 𝚊 𝚕𝚘 𝚚𝚞𝚎 𝚊𝚐𝚛𝚊𝚍𝚎𝚌𝚎𝚛 𝚎𝚗 𝚎𝚜𝚝𝚘𝚜 𝚝𝚒𝚎𝚖𝚙𝚘𝚜 𝚍𝚘𝚗𝚍𝚎 𝚕𝚘𝚜 𝚖𝚞𝚎𝚛𝚝𝚘𝚜 𝚟𝚒𝚟𝚒𝚎𝚗𝚝𝚎𝚜 𝚛...