Capítulo 6

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La mañana siguiente, Bill fue arrancado de sus dulces sueños por el fuerte balido de la cabra que odiaba con pasión.

—¡¿Qué demonios ?!— Se quejó Bill en voz alta.

Cubrió sus orejas, pero el sonido no se detenía y pronto abrió los ojos, dándose vuelta para encontrarse cara a cara con el origen del horrible ruido.

Justo al lado de la cama estaba la cabra, mirándolo expectante con sus espeluznantes ojos que parecían botones.

—¡¿Qué diablos quiere ese animal ahora?!— Gritó Bill al trovador que estaba llenando la cesta de madera que Bill había vaciado ayer para hacer fuego.

—Quiere ser ordeñada— el hombre respondió con calma. Descargo su brazada de leña y la ordeno en la canasta al lado de la chimenea.

—¡La ordeñaste ayer!— Bill espetó furiosamente; esta era la peor mañana de su vida. También había pensado eso ayer, pero hoy era definitivamente peor.

—Las cabras tienen que ser ordeñadas diariamente. Preferiblemente una vez por la mañana y otra por la noche.

—¡¿Qué ?!— Bill casi gritó.

—¡No hay manera de que vaya a hacer eso, así que ni siquiera lo pienses!

El hombre se encogió de hombros, agarrando sus cosas de al lado de la puerta y dándose la vuelta.

—Vuelvo para la cena— dijo en voz baja y cerró la puerta tras de sí.

Bill lanzó la almohada de paja hacia él, ya que era la única cosa a su alcance, pero la almohada aterrizó en el suelo sucio con un sonido silencioso, pero que al parecer era suficientemente alto para que la cabra lo escuchara, porque después de olisquear la almohada por un segundo, comenzó a comerla.

Bill muy enojado observó como la cabra mordisqueaba la almohada, debatiéndose entre sí debería dejar que el animal la comiera o no. Sólo tenían una almohada y el trovador había sido lo suficientemente gentil como para dejar que Bill la usara ayer por la noche, incluso si era la almohada más incómoda que jamás había usado. Tal vez debería salvarla de la cabra.

Sin embargo, justo cuando Bill estaba a punto de alejar la almohada del animal, esta decidió saltar lejos, llevándose la almohada en su boca.

—¡Cabra!— Gritó con rabia, corriendo detrás del animal en la pequeña casita, pero al parecer la cabra tenía hambre y estaba poco dispuesta a renunciar a su desayuno.

—¡Maldición, cabra!— Bill maldijo furiosamente cuando se golpeó su pie en la pata de la mesa.

—¡Dame la almohada o te convierto en salchichas!— Amenazó, pero la cabra no lucía impresionada.

Después de unas cuantas rondas más alrededor de la mesa, Bill finalmente logró agarrar la almohada de la cabra y la levantó por encima de su cabeza.

—¡AHA! Toma eso, cabra! — Dijo triunfante, pero su victoria no duró mucho tiempo, porque ahora que la boca de la cabra estaba vacía, comenzó a balar en voz alta. 

—¡Púdrete!— gimió, tirando la almohada cubierta de saliva en la cama; el trovador podía dormir en ella esa noche. Seguro Bill no iba a usar esa almohada, nunca más.

—Ok, fuera— Bill dijo rotundamente, señalando a la puerta y dándole a la cabra una mirada enfadada, pero de alguna manera no parecía entenderlo, ya que se quedó allí como una idiota, devolviéndole la mirada y balando tan fuerte como siempre.

—No estoy bromeando— advirtió en serio, sólo para darse cuenta que la puerta estaba cerrada y la cabra probablemente no era capaz de utilizar una manija.

El Rey Pico De Tordo - TollDonde viven las historias. Descúbrelo ahora