Capítulo 28

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La cabeza de Bill estaba girando por la sobrecarga de emociones que estaba recibiendo. Estaba dividido entre la ira absoluta y el deleite absoluto. ¡No podía creer que Tom lo hubiera obligado a entrar en esta vida! ¡Si Tom no hubiera llegado, tal vez Bill seguiría viviendo en el palacio!

Espera... también podría volver al palacio ahora si quisiera... ¡Pero ahora ya no podía disfrutarlo tanto! ¡Ah! ¡¿Cómo pudo Tom haber hecho esto?!

Ah, cierto, lo había hecho porque... no podía vivir sin él. ‘¡Oh, lo más romántico que alguien me haya dicho!’ Bill se desmayó internamente. ¡Pero el trovador lo había obligado a vivir en una cabaña helada y sucia, y a trabajar en la cocina del palacio! ¡En el palacio del rey Pico de Tordo!

~*~

Tom contenía la respiración mientras observaba cómo las emociones se precipitaban sobre las facciones del príncipe. Si le perdonaba esto, había una oportunidad para ellos. Ahora que lo pensaba, era la manera perfecta de hacerlo porque si Bill no lo perdonaba, al menos no sabría que Tom era el rey, así que no había amenaza para la guerra. Y si Bill pudiera perdonarle esto, seguramente le perdonaría una vez que descubriera toda la verdad, ¿cierto?

De repente, Bill se levantó con tanta fuerza que su silla cayó al suelo. —Lo sabías —declaró pasivamente.

Tom asintió vacilante. —Lo siento mucho... Sé lo tonto que fue. Sé que fue una idea estúpida...

—¿En qué estabas pensando?— El príncipe gritó de repente. —¿Estas loco? ¡¿Tienes alguna idea de lo que me hiciste pasar?! —

Tom asintió miserablemente, apartando la mirada, incapaz de mirar a los ojos enojados de Bill. —Lo siento mucho.

—¡Arh! ¡Cómo pudiste hacerme esto! —La voz de Bill empezó a romperse y se quedó en silencio, a cual punto Tom se atrevió a mirarlo de nuevo; no parecía enojado, solo triste. —Arruinaste toda mi vida...

—Lo lamento tanto, Bill— repitió Tom de nuevo. —No sé lo que estaba pensando... Supongo que no estaba pensando nada. Yo estaba...

—¿Qué? —preguntó Bill débilmente, sorbiendo un poco.

—Loco por ti. Fuiste todo en lo que pude pensar... No pude pensar en las consecuencias que podrían tener mis acciones estúpidas... Y aunque solo pensaba en ti, no pensé en ti en absoluto. O al menos no en el efecto que todo esto tendría sobre ti, o lo terrible que sería para ti. Y ni siquiera tengo una buena disculpa... —Tom lamentó suavemente.

El príncipe se sentó en la cama, mirando al suelo; a pesar de haberlo visto muy miserable, Tom no estaba seguro de haberlo visto tan triste como ahora.

Hesitantemente se levantó y se acercó a él, arrodillándose frente a él.

—Bill... lo siento tanto. Si pudiera cambiarlo, jamas lo hubiera hecho.

—¿Qué?— Bill chirrió, aclarándose la garganta. —¿Eso significa que te arrepientes?

—Em... Sí. Por supuesto— Tom asintió, inmediatamente dandose cuenta de que eso no era lo que el príncipe quería oír, dado que parecía aún más triste que antes, si eso era posible. —¡Pero no así! —añadió rápidamente. —Quiero decir porque te hice daño, no porque lamento estar contigo - por supuesto que no.

Bill le dirigió una mirada extraña. —¿De verdad? ¿No te arrepientes aunque yo he sido tan horrible contigo?— El príncipe sonrió débilmente, reavivando la esperanza de Tom.

—¡No!— Él se rió. —Por supuesto que no... Además... no eres tan malo— añadió con una sonrisa tentativa.

Bill dio una risa suave antes de suspirar con un movimiento de cabeza. —Apuesto a que no sabías nada de mí ni de lo desagradable que podía ser, ¿eh?

El Rey Pico De Tordo - TollDonde viven las historias. Descúbrelo ahora