Capítulo 13

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Con pereza, Bill bostezó al estrecharse, parpadeando a la luz brillante que entraba por la ventana. Le tomó unos momentos para recordar que ayer el trovador había dicho que tal vez se quedaría en casa... ¿lo había hecho?

Sentándose, Bill miró a su alrededor, pero no había nadie en ningún lugar. Curiosamente decepcionado, se levantó y se puso el abrigo para salir a ordeñar a Cabra.

— ¡Cabra! ¿Dónde estás? —Bill llamó cuando salió de la casa.

Cabra baló y se asomó por la parte trasera de la casa desde donde Bill podía oír sonidos al azar; ¿estaba el hombre allí? Cabra ya había sido ordeñada hoy también...

Lentamente se dirigió a la parte trasera donde estaba la choza de madera, y de hecho lo vio allí, cortando y apilando leña.

—Buenos días, Bill. ¿Dormiste bien? —El hombre le preguntó al ver que se acercaba.

—Así como alguien pueda dormir en esa basura de cama...— Bill murmuró oscuramente. De hecho, estaba de buen humor, pero no estaba seguro si era bueno dejar que el hombre lo supiera... Todavía no se había olvidado de sus miedos de la noche anterior... Las cosas se estaban moviendo demasiado rápido para su comodidad.

La inicial sonrisa del hombre se desvaneció, y con un movimiento de cabeza, volvió a mirar a su trabajo.

Bill sintió una punzada en el pecho; no era culpa del mendigo que no tuviera nada mejor... La cama era tan incómoda para él como lo era para Bill después de todo... Pero Bill todavía estaba indeciso de si era una buena idea ser amigable con él o no. Por supuesto, el hombre nunca había sido nada más que generoso y amable - nunca había dicho ni una sola palabra dura o tenido algún tipo de comportamiento violento - ¿tal vez no era el tipo de hombre que obligaría a alguien a hacer su voluntad...? ¿Siquiera existían hombres así...? Aparte de Bill, por supuesto, quien nunca haría algo así porque era un romántico sin remisión que quería velas y rosas y chocolate, pero... la mayoría de los hombres no eran así, y Bill estaba muy consciente de eso.

Críticamente, observaba trabajar al trovador; ayer le había dicho que pensaría sobre ayudarle... ¿Debería hacerlo? Parecía tan agotador... y prometía ser un día muy caliente - mala combinación para trabajo físico.

— ¿Quieres un poco de ayuda?— Bill preguntó a regañadientes.

El hombre levantó la mirada, un poco sorprendido, y luego sonrió. —Claro, si tienes ganas.

Bill sonrió un poco, empezando a recoger las piezas de madera cortadas para apilarlas en la cabaña; no tenía nada mejor que hacer de todos modos.

~*~

Tom gimió mentalmente, sintiendo como se formaban ampollas en sus manos; ser pobre era lo peor. Sin embargo, Bill le estaba ayudando – eso valía algunas ampollas.

El príncipe parecía un poco malhumorado. ¿Qué había pasado? Ayer por la noche parecía ir bien... ¿Por qué estaba tan descontento otra vez? De alguna manera, Tom tenía la impresión que Bill deliberadamente quería estar de mal humor. A veces se olvidaba y estaba en un buen estado de ánimo, pero tan pronto como se acordaba de que odiaba a Tom, volvía a estar de mal humor.

~*~

Cargar leña era absolutamente agotador, y se acercaba el mediodía así que el sol ardía sin piedad. ‘¡Ay que asco! ¡Estoy transpirando!’

Ya se había quitado el abrigo hace mucho tiempo y hasta se había subido las mangas, pero todavía era muy caliente. Gracias a Dios que sólo tenía que cargar la madera, y no cortarla.

El Rey Pico De Tordo - TollDonde viven las historias. Descúbrelo ahora