Capítulo 27

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Durante la semana siguiente, Bill cabalgó con el caballo de Georg al palacio todos los días, encantado de que ya no tuviera que caminar y encantado de poder volver a montar; en realidad lo había extrañado mucho. Algún día necesitaban ser lo suficientemente ricos para poder tener caballos otra vez.

Aunque Bill estaba muy agradecido por el caballo, sabía que no podían mantenerlo por mucho tiempo porque se les acababa el heno; el caballo comÍa casi cinco veces más que la cabra, y no tenían suficiente para alimentarlo. A este ritmo, podrían incluso tener que vender a Cabra... A menos que Bill de alguna manera lograra comprar más heno en alguna parte.

Y así, hoy después de su turno, Bill decidió preguntar por eso un poco; empezaría con Natalie.

—Hola Nat— se acercó a ella casualmente mientras se limpiaba para ir a casa; tenía su cesta pequeña toda llena y lista para ir.

—¿Sí?— Natalie sonrió alegremente.

—¿Me preguntaba si conocías a alguien que vendiera heno?— Bill no tenía ni idea de dónde la gente conseguía heno. Él y Tom habían hecho un poco del pasto detrás de la cabaña, pero no era cerca de cuanto necesitaban para alimentar a un caballo.

—¿Heno? ¿En esta época del año?— preguntó Natalie frunciendo el ceño. —Hm... Eso va a ser difícil de encontrar. ¿No lograron hacer suficiente en verano?

—Bueno... Ya que ahora tenemos el caballo de Georg, se nos está acabando. No sé qué hacer... Sé que tengo que devolver el caballo, pero ¿qué pasa con mi cabra? Realmente no quiero deshacerme de ella— murmuró Bill estupidamente.

—Oh. Ehm... ¿Puedes preguntarle a Georg? Él tiene acceso a la provisión de heno del palacio - ¿tal vez puede conseguir un poco? Una cabra no come mucho, estoy seguro de que nadie se daría cuenta— Natalie se encogió de hombros un poco.

—¿De verdad crees que podría hacer eso?— Bill no quería preguntarle a Georg, por lo grosero que había sido con él la última vez, pero... ¿qué opción tenía? No quería vender a Cabra.

—No lo sé, pero vale la pena preguntar. No creo que nadie fuera del palacio tenga suficiente heno para poder darte algo.

Natalie tenía razón. Con un fuerte suspiro, Bill mentalmente se preparó para acercarse de nuevo al palacio, lo cual no había ido tan bien la última vez. Ojalá tuviera más suerte hoy.

Cuando se acercó a la entrada del palacio, vio que los dos guardias eran los mismos que lo habían echado la última vez. Estupendo.

—Hola —dijo Bill torpemente, recibiendo las mismas miradas degradantes de los guardias como la última vez.

—¿Qué quieres, muchacho de cocina?— Uno de ellos preguntó en el mismo tono de la vez pasada.

—Estoy buscando al escudero Georg... ¿Podría verlo, por favor?— En realidad, Bill sólo quería gritarles, cómo se atrevían a tratarlo así, pero como no tenían idea de quién era - o había sido una vez – asi que no era una buena idea a menos que quisiera ir a la cárcel.

Los guardias intercambiaron una mirada. —Lo traeré— dijo finalmente uno de ellos, retirándose al palacio.

—Gracias—dijo Bill cortésmente, esperando que el escudero estuviera en algún sitio.

Tomó bastante tiempo para que el guardia regresara, mientras Bill y el segundo guardia estaban allí de pie en un silencio incómodo.

—Sígueme— El guardia hizo un gesto para que lo siguiera, y Bill caminó torpemente detrás del hombre, tratando de evitar el contacto visual con cualquier persona y esperando no encontrarse con alguien como el rey o algo así.

El Rey Pico De Tordo - TollDonde viven las historias. Descúbrelo ahora