Capítulo 19

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Durante los días siguientes arreglaron la casa de la cabra, llenaron toda la cabaña de madera y cosecharon manzanas, peras y verduras al azar. Lentamente, Bill se estaba acostumbrando a esta forma de vida, apenas molestándose de tener que ordeñar la cabra cada mañana antes del desayuno y tener que lavar la ropa en el río. Tom resultó ser muy útil después de todo, aunque solo cuando Bill le decía que hacer ya que sin la guía de Bill era bastante inútil, pero al menos se esforzaba. Bill tenía la sensación de que el trovador había vivido en casa de sus padres durante mucho tiempo o simplemente se había mudado de un lugar a otro, sin ocuparse nunca de nada ni de nadie por su cuenta; no era del nada independiente.

Era sábado hoy, así que Tom había ido al mercado - Bill se había negado a ir de nuevo - mientras Bill esperaba en casa, donde se había ocupado de optimizar las frágiles contraventanas; se congelarían en esta casa si no la mejoraban un poco antes de que llegara el invierno.

—¿Qué piensas, Cabra?— preguntó Bill, poniendo las manos en las caderas y retrocediendo para admirar su trabajo. Había pasado toda la mañana cortando las tablas al tamaño adecuado para cada ventana, y ahora estaba totalmente agotado, pero sintiéndose muy orgulloso.

Cabra lo miró escépticamente.

—Creo que está bien— Bill asintió, decidido; había clavado tablillas grandes sobre los marcos del obturador así que serían más resistentes del viento y no permitirán que el agua cayera adentro por tormentas.

—Sí, se ve genial.— Una voz familiar estuvo de acuerdo.

—¡Tom! —exclamó Bill felizmente, casi habiéndolo extrañado ya, a pesar de que sólo se había ido unas horas. —¿Cómo estuvo el mercado?

—Bien. ¡Y hablé con un amigo mío que tiene un trabajo para ti!— El hombre dijo alegremente cuando entraron a guardar los comestibles que había conseguido.

—¿De veras? —preguntó Bill excitado. ¿Por qué estaba entusiasmado por un trabajo? Eso era raro…

—Sí, trabaja en la cocina real y necesitan un-

—¿Disculpa, qué? —gruñó Bill con fuerza, rápidamente aclarándose la garganta —¿En qué cocina real? ¿¡La cocina del rey Pico-Thomas!?

—Sí...— Tom asintió lentamente, levantando una ceja. —Esa es la única cocina real alrededor de estas partes —añadió con una risita.

—¡No puedo trabajar allí!—exclamó Bill horrorizado, sacudiendo la cabeza.

—¿Por qué no?— El hombre preguntó confuso mientras empezaba a vaciar la bolsa.

—¡Porque!—

—¿Porque qué?—

—Porque porque…. ¿Y si alguien me reconoce? — Pregunto débilmente; moriría de humillación.

—¿Cómo quién? Nadie en Begonia sabe cómo luces.— Tom se encogió de hombros.

—¡El rey sabe! —exclamó Bill con vehemencia.

—Pero no creo que pase mucho tiempo en la cocina...— Tom reflexionó lentamente, sacudiendo la cabeza un poco.

—¿Qué pasa si decide que quiere un bocadillo de medianoche y aparece al azar?— Bill preguntó aterrado, ya imaginando los peores escenarios en los que se encontraría con el rey.

—Tendrías el turno de mañana que terminara después del almuerzo para que no tengas que caminar de regreso en la oscuridad— El trovador volvió a sacudir la cabeza mientras empezaban a cocinar el almuerzo.

—Pero pero pero... Pero...— murmuró Bill.

—Es una gran oportunidad. Paga bien y tal vez más tarde me enseñes a cocinar. —Tom sonrió entre dientes, casi haciendo que Bill se sintiera menos miserable.

El Rey Pico De Tordo - TollDonde viven las historias. Descúbrelo ahora