Capítulo 8

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El sol ya estaba bajo en el cielo cuando el pequeño prado finalmente apareció. Al igual que ayer, la chimenea estaba humeando, y todo lo demás parecía normal. Sin embargo, cuando Tom se acercó, se dio cuenta de que la cabra estaba pastando tranquilamente en lugar de balando como si su vida dependiera de ello - ¿Bill la había ordeñado?

—Hey— Tom murmuró en voz baja a la cabra al pasar junto a ella, pero la cabra no desprendía ninguna señal de querer ser ordeñada hoy de nuevo, así que procedió a la casa donde se encontró con Bill, sentado en la cama, sin dejar de leer el libro de Tom.

—Buenas tardes— Tom trató el consejo de Georg en tratar de hablar con su marido.

—Buenas tardes— el príncipe respondió con acritud, sin levantar la vista de su libro.

—¿Tuviste un buen día?— Tom preguntó con cuidado; obviamente, Bill no estaba de humor para hablar. Por otro lado... ¿cuando realmente estaba de humor para eso?

—No— Bill dijo bruscamente, cerrando el libro con tanta fuerza que el polvo salió de sus páginas, y luego se dio la vuelta, mirando a la pared. —Buenas noches.—

Tom suspiró profundamente; a este ritmo no serían amigos ni en diez años ...

~*~

Con rabia, Bill se quedó mirando la pared. ¡Osaba ese mendigo a preguntar cómo había sido su día! Era obvio que su día había sido terrible, ¡cómo se atrevía siquiera preguntar! Bill estaba furioso- como odiaba a ese hombre.

Durante unos minutos oyó al trovador hurgar en la casa antes de que el bobo comenzara a hablar de nuevo.

—¿Ordeñaste a la cabra?— preguntó en ese paciente y agradable tono que ponía loco a Bill.

—No, se ordeñó a sí misma— Bill se burló sarcásticamente.

El hombre estuvo callado por unos segundos, pero finalmente continuó hablando. —Gracias.—

Bill quería darle un puñetazo. ¿Por qué demonios siempre tenía que ser tan agradable? ¿No podría simplemente ser un imbécil para que Bill pudiera odiarlo en paz?

—¿Queda algo de leche?— El trovador preguntó después de unos pocos momentos de silencio; ese tipo no podía callarse.

—No, lo derramé accidentalmente. Perdón.— Bill se burló con una sonrisa; de ninguna manera le iba a dar leche a ese mendigo después de que se había pasado la media tarde obteniendola de la maldita cabra. Esta bien, la cabra no era maldita... Cabra era genial, pero aún así.

~*~

Tom se quedó mirando incrédulo la espalda del príncipe; ¿realmente había derramado la leche a propósito para que Tom no pudiera tomarla? No era como si realmente le importara porque ya había comido y podía obtener toda la leche que quisiera, pero Bill no sabía eso. ¿El príncipe había derramado deliberadamente la leche a pesar de que ellos supuestamente eran tan pobres? ¿Qué clase de persona hacía algo así? Por todo lo que Bill sabía, Tom no había comido nada en todo el día; este príncipe era de lejos la persona más despiadada que jamás había conocido.

—Oh, está bien. Puede suceder— Tom dijo en voz baja, con ganas de pegarle a ese príncipe arrogante en su bonita cara, pero negándose a rebajarse a su nivel; sería una persona civilizada y trataría de arreglar las cosas entre ellos. Después de todo, él estaba enamorado de este hombre y quería ganar su corazón, ¿verdad? ¡¿Verdad?!

~*~

Bill apenas podía creer lo que acababa de escuchar - ¿el mendigo efectivamente había dicho que estaba bien que hubiese derramado la leche? En realidad no la había derramado - la había bebido - pero eso no era el punto. El hombre ni siquiera sonaba muy molesto. Tal vez un poco decepcionado, pero no enojado.

El Rey Pico De Tordo - TollDonde viven las historias. Descúbrelo ahora