Capítulo 20

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A la mañana siguiente, Bill fue despertado por alguien que sacudía suavemente su hombro. Perezosamente, abrió los ojos, mirando alrededor de la cabaña oscura que sólo estaba alumbrada por el fuego en la chimenea.

—Tenemos que ponernos en marcha pronto —dijo el trovador suavemente, inclinándose sobre él. —Son casi las 5 de la mañana y tienes que estar en el palacio a las 6—.

—Ay no— Bill murmuró, volviéndose y tirando la manta sobre su cabeza. —Vete.—

—No puedes llegar tarde en tu primer día.— Tom lo sacudió de nuevo.

—¡No me levantaré a las 4:30 de la mañana para que algún perezoso rey pueda desayunar!— Bill gruñó malhumorado.

—Vamos, perderás el trabajo si no llegas— dijo el hombre suavemente. —¿Qué será de Cabra si nos morimos de hambre en el invierno?

Bill levantó la cabeza para darle una mirada escéptica. —Bueno ya. Pero sólo por Cabra. —Suspiró, levantándose de la cama, temblando inmediatamente del frío; las mañanas apestaban.

Después de ponerse el abrigo, se sentó a la mesa que Tom había preparado para los dos, con pan y leche caliente. ¿Tom ya había ordeñado la cabra hoy...? ¿Cuánto tiempo llevaba levantado el trovador? Sólo pensar en ello hizo que Bill se cansara, y bostezó en voz alta, frotándose los ojos dormidos.

—Entonces, ¿qué tengo que hacer en este trabajo de todos modos?— Preguntó Bill cansado mientras comían.

—No estoy seguro... Cosas de cocina— dijo el hombre lentamente.

—No sé lo que eso significa ...— Bill murmuró con otro bostezo.

—Yo tampoco.— Tom rió, encogiéndose de hombros. —Pero estoy seguro de que te lo dirán.

Después de terminar el desayuno, se pusieron en camino al pueblo; Tom fue con él para que no se perdiera en el bosque, a pesar de que por lo general siempre salía mucho más tarde.

El paseo hasta el palacio tardó casi una hora, y Bill estaba agotado cuando llegaron por fin. ¿Se suponía que iba a caminar todo este camino todos los días y luego aun trabajar? Estaba listo para desmayarse.

Lamentablemente no tenían tiempo para descansar porque una vez en las puertas del palacio, fueron recibidos por un joven.

—Bill, éste es Georg, uno de los escuderos del rey— Tom introdujo.

—Hola —dijo Bill torpemente—. ¿Este hombre sabía quién era? ¿Y si lo hizo? Fue muy humillante.

—Me alegro de conocerte, Bill —dijo Georg, estrechando la mano con brusquedad. Obviamente no tenía ni idea de quién era Bill. ¡Gracias a Dios!

Bill asintió con la cabeza, sintiéndose mucho más cómodo.

—Está bien, lo dejaré bajo tu cuidado entonces.— Tom sonrió a Georg quien hizo un gesto de cortesía. —Te veré aquí en la puerta poco después de las 2, Bill.— Él sonrió suavemente antes de alejarse.

—Te mostraré la cocina. — El escudero hizo un gesto de invitación que Bill siguió, caminando por el vasto y oscuro terreno del palacio. Todo estaba vacío aparte de unos pocos guardias reales que asintieron con la cabeza al escudero mientras caminaban.

Georg lo condujo hacia la pequeña entrada de la cocina que estaba abierta, revelando una ajetreada vida matutina, a pesar de que apenas eran las 6 am. Había mucha gente que se movía alrededor y olía delicioso a pan recién horneado que le recordaba a Bill a sus propias mañanas en el palacio de Geranea, cuando no tenía que levantarse a horas impías, caminar 500 millas y trabajar en una cocina. Todo antes del amanecer ...

El Rey Pico De Tordo - TollDonde viven las historias. Descúbrelo ahora