A la mañana siguiente, Tom estaba barriendo perezosamente el polvo de la madera que acababa de traer, cuando oyó que caballos se acercaban a la cabaña. Al abrir la puerta, vio a sus escuderos saltando de los caballos que dejaron en la puerta del pequeño patio.
—Buenos días, Majestad— dijo Gustav cortésmente con una pequeña reverencia.
—Hey, ¿qué están haciendo aquí?— Tom preguntó sorprendido.
—Necesita firmar una donación de heno y madera a una pareja campesina de baja vida— dijo Gustav pasivamente, entregándole la hoja familiar que requería su firma para que sus guardias permitieran que el heno y la madera salieran del palacio.
Tom rió entre dientes. —Oh si. Realmente tenemos poca madera. ¿Podrían agregar algo de sal también? Ya casi se nos acaba y aunque Bill puede cocinar bastante decente ahora, no puedo sobrevivir sin sal.
—Por supuesto, mi rey— dijo Georg cortando lo que Gustav estuviera a punto de decir.
—Y Gustav— Tom agregó con una mirada furiosa— ¡Deja de decirle a Bill que lo odio!
Gustav le dirigió una mirada inocente. —Yo nunca dije eso.
—Entonces tú deja de odiarlo. Bill es un chico muy agradable— insistió Tom.
—No lo odio— dijo Gustav tan inocentemente como antes.
—Lo que sea. Sé amable con él, por favor— Tom le dio un gesto a Georg, confiando en Georg para asegurarse de que Gustav lo haría.
—Por supuesto, mi rey— Georg asintió, tomando los papeles de él antes de que Gustav pudiera hacer otro comentario. —La entrega debe estar aquí dentro de dos días. Incluiremos una bolsa de sal.
—Muy bien, eso es genial. Muchas gracias muchachos, los veré pronto— Tom saludó a sus escuderos mientras subían a sus caballos y se iban, pronto desapareciendo detrás de la línea de árboles otra vez.
Esperaba que la madera no tomara demasiado tiempo porque su última pila estaba casi desaparecida y no podrían calentar mucho más largo que otros pocos días con lo que sobraba. Y el caballo había comido casi todo su heno también. Y la sal estaba casi terminada.
Por lo general, ser un campesino era horrible. ¿Cuándo se mudarían al palacio?Tom ni siquiera sabía por qué seguía dudando; después de todo, Bill había aceptado el hecho de que se había casado con él intencionalmente y todo aun estaba bien, así que ¿qué lo retenía?
Lo más lógico sería decirle toda la verdad ahora y llevarlo al palacio para que pudieran dejar de vivir en la miseria. Después de todo, Bill lo quería lo suficiente para no haberse mudado tan pronto como tuvo la oportunidad y eso tuvo que significar algo, ¿verdad?
Y sin embargo, por razones desconocidas, prefería quedarse en la casa sucia y fría en vez de volver al palacio; ¿Todavía tenía el miedo subconsciente de perder a Bill si decía la verdad?
Bueno, tal vez no era tan subconsciente, pero como fuera.
Tal vez debería darle una semana más o menos, sólo para estar seguro de que Bill no cambiaría de opinión ni nada. Porque una vez que le dijera quién era realmente, no había vuelta atrás... Pero, ¿cómo iba a hacerlo?
Tom era dramático y elaborado, necesitaba un plan, porque simplemente decir —soy el rey— era demasiado cojo.
Y así, Tom pasó los próximos días planeando la manera perfecta de decirle a Bill la verdad. O por lo menos estaba tramando durante las mañanas, porque las tardes se pasaban con tareas al azar en donde Bill le ayudaba mucho ya que Tom era bastante inútil.
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El Rey Pico De Tordo - Toll
RomanceCuando el arrogante y superficial príncipe Bill rechaza y llama cruelmente a su pretendiente, el rey Thomas Trümper IV, "Rey Pico de Tordo", sus padres se enojan tanto que proclaman que Bill debe casarse con la próxima persona que se presente a las...