Cap. 26

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"Solo tus manos pueden acallar el hambre que tengo dentro, por ti"

"Solo tus manos pueden acallar el hambre que tengo dentro, por ti"

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POV BECKY

—Creo que aún le gustas, ¿sabes? —dice Irin mientras me lleva a casa—. Me sorprende que no te pidiera a salir allí mismo.

—¿Pedirme a salir? ¿Nat? —La miro, incrédula—. Soy la última chica con la que saldría.

—Yo no estaría tan segura —replica pensativa—. Solo salieron una vez, pero se quedó hecho polvo cuando desapareciste. Y la manera que tenía de mirarte esta noche...

—Irin, por favor, ¿qué locura es esa? —digo con una risilla nerviosa —. Nat y yo tenemos una historia complicada. Seguramente solo quería cerrar el tema de algún modo.

La idea de salir con Nat o con cualquiera otra persona me resulta extraña y ajena. Aún pertenezco a Freen y pensar en que una persona me toque me pone nerviosa, aunque no sé bien por qué.

—Cerrar el tema, seguro. —Irin rebosa sarcasmo—. Se ha pasado la noche mirándote como si fueras lo más bonito de este mundo. No quiere cerrar nada, eso ya te lo digo yo.

—Oh vamos...

—No, en serio —dice Irin mirándome cuando se detiene en un semáforo—. Deberías salir con él. Es un buen chico y sé que antes te gustaba...
La miro y las ganas que tengo de que me entienda entran en conflicto con la necesidad de protegerme.
—Irin, eso era antes —digo lentamente; he decidido que le contaré parte de la historia—. Ya no soy la misma persona. No puedo salir con un chico como Nat... no después de Freen.

Ella se queda callada y vuelve a centrarse en la carretera cuando el semáforo se pone en verde. Cuando llega delante de mi bloque y para, se gira hacia mí.

—Lo siento —dice en voz baja—. Ha sido una tontería y muy desconsiderado por mi parte. Pareces estar tan bien que durante un instante se me ha olvidado que... —Traga saliva y los ojos se le vuelven vidriosos—. Si alguna vez te apetece hablar del tema, ya sabes que estoy aquí... lo sabes, ¿verdad?

Asiento y sonrío. Tengo suerte de tener una amiga como ella y pronto puede que acepte su ofrecimiento. Pero todavía no; no estando tan herida y destrozada por dentro.

Las semanas siguientes discurren a paso de caracol. Vivo al día, no pienso en el futuro. Cada mañana escribo una lista de tareas que quiero hacer ese día y me empeño a ella, por muchas ganas que tenga de meterme en la cama y no volver a salir.

La mayor parte del tiempo, mis listas incluyen actividades cotidianas como comer, correr, trabajar, ir al supermercado y llamar a mis padres. De vez en cuando añado otros proyectos más ambiciosos, como matricularme para el segundo semestre de la universidad, como le prometí a Irin.

También me apunto a clases de tiro. Para mi sorpresa, se me da bastante bien manejar un arma. Mi instructor dice que soy una tiradora nata, y empiezo a investigar en lo que tengo que hacer para conseguir una licencia de armas en Illinois. Además, voy a clases de defensa personal y empiezo con los movimientos básicos para defenderme. Nunca podré ganar contra alguien como Freen y los hombres que nos agarraron a Nam y a mí, pero saber luchar y disparar me hace sentir mejor, como si tuviera un mayor control de mi vida.
Entre todas esas actividades, mi trabajo y mis cuadros, estoy demasiado ocupada para socializar, pero me basta con eso. No estoy de humor para hacer nuevos amigos, y los viejos están lejos.

Nat y Irin están en Michigan. Él me localiza en Facebook y hablamos varias veces por chat, pero no me pide para salir.

Me alegro. Aunque no estudiara en una universidad a tres horas y media de aquí, la cosa no funcionaría. Nat es lo bastante listo para saber que no le depararía nada bueno salir con alguien como yo; alguien que, a efectos prácticos, seguía cautiva de Freen.

Sueño con ella casi cada noche. Como un íncubo, mi captora viene a mí en la oscuridad, cuando soy más vulnerable. Invade mi mente de forma tan despiadada como hacía con mi cuerpo. Cuando no estoy reviviendo su muerte, mis sueños son de una sexualidad inquietante. Sueño con su boca y sus manos están por todos sitios; las tengo encima y dentro de mí. Sueño con su sonrisa arrebatadora, y con cómo me abrazaba y me acariciaba.

Con cómo me torturaba hasta que me olvidaba de todo y me perdía en ella.

Sueño con ella... y me despierto mojada y consumida por el deseo; me siento vacía y anhelo su posesión. Como una adicta con la cocaína, muero por un orgasmo hecho por ella, por algo que consiga hacerme olvidar estas ganas.

No estoy lista para salir con nadie, pero a mi cuerpo le da igual. Al final, cedo.

Me visto con esmero, cojo mi carnet falso y me acerco a un bar de la zona. Los hombres revolotean a mi alrededor como moscas. Es fácil, facilísimo. Una chica sola en un bar... no necesitan más. Como lobos a la carnaza, notan mi desesperación, notan las ganas que tengo esta noche de una cama que no esté fría y vacía.

Dejo que uno me invite a algo. Un chupito de vodka, uno de tequila... Cuando uno me pregunta si quiero salir de allí, todo se vuelve borroso a mi alrededor. Asiento y dejo que me lleve hasta su coche.

Es un treintañero apuesto de pelo rubio y ojos de un gris azulado. No es particularmente alto, pero tiene buen cuerpo. Es abogado, me cuenta mientras nos lleva a un motel cercano. Cierro los ojos mientras sigue hablando. Me da igual quién sea o a qué se dedique. Solo quiero que me folle, que llene ese vacío que siento en mi interior. Que disipe ese frío que me cala hasta los huesos. En recepción, paga una habitación y subimos a una planta superior. Cuando entramos en la habitación, me quita el abrigo y empieza a besarme. Noto el sabor de la cerveza y los tacos que ha cenado. Me aprieta contra él y explora mi cuerpo con manos impacientes... de repente, no puedo soportarlo.

—Para. —Lo empujo tan fuerte como puedo. Como lo cojo por sorpresa, se tambalea hacia atrás.

—Pero ¿qué coño...? —Se ha quedado con la boca abierta, completamente atónito.

—Lo siento —digo rápidamente, al tiempo que cojo el abrigo—. No eres tú, soy yo.

Y sin darle tiempo ni a contestar, salgo corriendo de la habitación.

Paro un taxi y vuelvo a casa borracha y completamente destrozada. No hay chute para mi adicción, no hay forma de saciar esta sed.
No soporto que me toque un hombre ni borracha.

SE VIENEEEE 👹

Rosas y cenizas Donde viven las historias. Descúbrelo ahora