—Esa cola te queda muy bien, Aruna, tal vez deberías dejártela siempre puesta.
Cuando Liv pronunció aquellas palabras, seguida de una risa contagiosa, Aruna solo pudo jadear y mirarla con ojos suplicantes, ¿y cómo no hacerlo?
Ambos se encontraban a solas en la habitación del hechicero después de que éste se hubiera pasado con los coqueteos. Sentado de rodillas en el suelo de mármol, Liv lo maniató mediante cuerda mágica, le embadurnó el ano de lubricante y le introdujo un plug acabado en una cola de tigre, larga y suave, a juego con las orejas del mismo animal sujetándole el cabello.
No dejó de gemir en todo el proceso, ni siquiera en ese momento conseguía contenerlos, no cuando tenía una erección enorme endureciéndole la polla, incapaz de tocarse o ser tocado.
Se sentía tan humillado... y no negaba lo mucho que aquello le gustaba.
—Aunque estoy totalmente segura de que te correrías cada cinco minutos.
La mujer dio un paso al frente, tomándolo del flequillo para levantarle la cabeza. La visión desde ese ángulo se resumía en una sola palabra: exquisita. Liv se encontraba completamente desnuda, su entrepierna a escasos centímetros de la boca de Aruna. Tenía las tetas firmes y los pezones erectos. El pecho se le movía a gran velocidad, dejando bien en claro que él no era el único excitado. Sus labios se convirtieron en una sonrisa titubeante.
El hombre jadeó, hablando a duras penas.
—Bueno, no me cu-culpes —suspiró apoyando la mejilla derecha en la cadera de la bruja—. C-con semejantes vistas cual-cualquiera lo haría —sacó la lengua, lamiendo cuidadosamente su suave piel.
Liv le volvió a dar un tirón, deteniéndolo al instante.
—¿Quién te ha dicho que puedes lamerme? —Liv frunció el ceño, reafirmando su posición—. Esto me recuerda a cuando éramos más jóvenes, ¿a ti no?
—Liv, por favor, por favor —suplicó Aruna, presa de un escalofrío. Oh dios mío, cuánto necesitaba el contacto de la rubia masturbándolo.
—Oh, es cierto, también suplicabas así cuando estabas tan desesperado. Era como música para los oídos, y muy graciosa. Aunque, claro, eran situaciones totalmente distintas a esta.
—Vamos, Liv, por favor, necesito que me toques. Te lo suplico.
Liv soltó un suspiro pesado, apartando cuidadosamente las bragas de encaje separó las piernas y apretó la cara de su amigo contra su coño.
—De acuerdo, adelante. Te daré un pequeño caramelito solo porque me lo has pedido como un buen chico.
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Kinktober 2024.
RomanceAdéntrate en este reto cargado de amor, pasión y desenfreno durante 31 días.