Liv no pudo evitar reír cuando Onyx la arrinconó contra la pared, encerrándola entre ambos brazos mientras se relamía, hambriento de saborearla. Una chispa de inusual ferocidad le encendía los ojos verdes, dos finas rallas similares a los felinos. Movía la cola en todas direcciones, al igual que su pecho se elevaba a gran velocidad.
El ocaso los bañaba en una luz anaranjada y cálida, creando un ambiente apacible en la habitación. Sin embargo, aquella calma se rompía tras los jadeos desesperados de la pareja.
La bruja, ataviada con un top blanco y una falda corta de cuadros rosas, se mordió el labio inferior, dejándose arrastrar por la lujuria. Tomó a su esposo de la muñeca derecha, guiándolo lentamente hacia su rostro. No pudo evitar suspirar al sentir los dedos fríos acariciándole las mejillas, aunque aquello no la detuvo. Atrajo uno de esos dedos al interior de su boca, lamiéndolo como si se tratase de la mismísima polla de él, esbozando una sonrisa lujuriosa.
—Así que este es tu plan, eh —le susurró el dragón cerrando el espacio separándolos. Liv se estremeció al sentir la cercanía de su amado, aspiró el dulce olor del invierno emanando de su cuerpo después de que Onyx le sacara el dedo de la boca—. Yo también sé jugar sucio, mi reina. Quiero que pongas esa lengua a trabajar en algo más prolífero.
Liv no tuvo la oportunidad de protestar. El agarre de su esposo se endureció, obligándola a mantener la cabeza bien alzada al unirse en un beso profundo y ansioso. Abrió los ojos de par en par al notar una lengua demasiado grande y áspera saboreándola desde el interior, entrelazándose con la suya propia y amenazando en aventurarse mucho más allá.
Entre gemidos ahogados, la bruja consiguió volver a sostenerlo de la muñeca, consiguiendo liberarse y deslizarla hacia su cuello. Un escalofrío le arqueó la espalda, momento que Onyx aprovechó para abrazarla, ansioso de eliminar los escasos milímetros impidiéndole sentir al completo el cuerpo de su amada, lo captó al instante.
El corazón de Liv se aceleró cuando, muy poco a poco, Onyx comenzó a apretarle el cuello tal y como ella quería, logrando que el oxígeno a duras penas consiguiera llegarle a los pulmones. Gimió con fuerza, frotándose contra el dragón, arrancándole gorgoteos graves que se disolvían en el interior de su boca.
—Onyx... —gimió la mujer desesperada después de que el dragón rompiera el beso. Tosió varias veces, la mano aún continuaba firme en su garganta y aquello la estaba volviendo loca—. Bésame, no pares, maldita sea. No puedes dejarme así, dragoncito.
—Oh, claro que puedo —le dio un beso en el flequillo, liberándola a su pesar. Liv cayó inmediatamente al suelo en un grito de sorpresa, todavía temblando a causa de la excitación—. Tómalo como una venganza por lo de la otra noche, cariño.
—¡Oye, vuelve! —le recriminó Liv—. ¡Lo de la otra noche era una broma, amor! ¡Y tú también estás duro como una piedra!
Las carcajadas profundas inundaron la habitación. Liv solo pudo contemplarlo hechizada por su belleza.
—Yo solo puedo apañarme, pero, ¿podrás tú?
—¡Onyx, maldita sea!
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Kinktober 2024.
RomanceAdéntrate en este reto cargado de amor, pasión y desenfreno durante 31 días.