Corrí sin parar hasta llegar a un lago precioso, solo quería descargar un poco de furia, la verdad lo mío no era el deporte, estaba completamente agotada, y había destrozado aún más mi pie, supongo que no sentí dolor hasta que paré; una vez que pisé el césped, me dejé caer en él, para poder descansar, odio que todo el mundo intente meterse en mi vida, en especial Cristian. Pocos minutos más tarde mi móvil comenzó a sonar, supuse que era mi estúpido hermano, así que no me molesté ni en mirar, pero seguía sonando y cansada lo tiré al lago, aunque olvidé que ese móvil no moría ni aplastado por una hormigonera; era el típico móvil antiguo que lo puedes usar de escudo si te disparan, y seguiría intacto, me asomé a la orilla del lago y miré la pantalla, para mi sorpresa era mi mejor amigo; saqué el móvil del agua y lo puse en altavoz.
-Muy buenas rubio, ¿Qué te cuentas?-Dije volviendo a tumbarme.
-¡¿Cómo que qué me cuento?! Dime dónde estás ahora mismo.
-En un lago precioso.-Dije tan tranquila.-Y antes de que digas nada volveré a mi casa, solo necesito deshacerme de mis pensamientos... y de mi estúpido hermano, el cual ha sido superado por su conciencia.
-Ya me ha contado lo que te ha hecho y lo de la apuesta...
-No digas nada más, quiero olvidar.-Hice una pequeña pausa, a lo que él soltó un suspiro.-Te he echado de menos rubio...
-Y yo a ti... ¿Sabes? Iré a Londres con el instituto en un par de meses.
-Eso es genial, estoy deseando verte, ahora voy a volver a casa, tengo hambre, pero cuando vuelva te llamaré por skype y podremos hablar tranquilamente de todo lo que hemos hecho en este tiempo.
-¿Tú con hambre? ¿Cómo es eso posible?-Rió irónicamente.-Ten cuidado en el camino de vuelta.
Colgué y me decidí a caminar, lo malo era que no sabía dónde estaba, y el tobillo estaba matándome literalmente. Me acerqué a la carretera e hice autoestop, estuve como dos horas esperando a que alguien se apiadase de mí y me llevara hasta mi casa, entonces un coche negro y lujoso paró justo en frente.
-Hola señorita, ¿te llevo a algún lado?-Dijo un chico bajando la ventanilla de copiloto.
-Sí por favor, me he perdido, y necesito llegar a mi casa.-Le di la dirección y simplemente me llevó, el trayecto fue corto y silencioso, el chico era joven, de unos diecisiete o dieciocho años, castaño, de piel blanca y con unos ojos tan azules y cristalinos que era imposible no fijarse en ellos.
-Hemos llegado.-Dijo parando frente a mi casa.-ha sido un placer.
-Muchas gracias.-Dije bajando, no sin antes volver a sus ojos azules.-Me has salvado la vida.-Él me sonrió y me guiñó un ojo en forma de despedida, y sin más se marchó.-Espera.-Grité intentado que me escuchara pero era tarde ya se había ido.-No me has dicho tú nombre...
Entré a casa sin darle demasiada importancia, ese chico se parecía a alguien, pero ahora no consigo recordar quién es, cerré la puerta detrás de mí, cogí algo de comida, y después subí a mi cuarto, pero a mitad de las escaleras estaba mi hermano esperándome, comenzó a hablarme, no tenía ganas ni de mirarle, intenté ignorarlo y subir a mi habitación, pero me cogió del brazo, y me obligó a mirarle.
-¿Te parece bonito desaparecer así como así?-Seguí sin mirarlo, e intenté marcharme pero su agarre no me lo permitió.-¿Vas a estar toda la vida ignorándome?-Con un poco de fuerza me solté, y seguí hasta mi habitación.-No puedes estar así siempre.-Abrí la puerta, e intentó entrar, pero cerré en su cara.-¿Porqué siempre en mi nariz?-Reí ante sus palabras y me tumbé en mi cama para coger mi ordenador y hablar con mi mejor amigo.
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Una marginada más...
Fiksi Penggemar¿Qué pasa cuando una chica nueva y marginada, entra en un instituto lleno de niñas pijas y de chicos que creen ser dioses? Que explota una bomba de relojería. Mary una chica de 16 años, Española, se tiene que mudar a Londres, por el trabajo de sus...