Maldad que causa rechazo

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Trataba de recordar con alzhéimer la sombra de la tristeza 

que me seguía acechando. 

Por un momento, solo por un momento, pienso que soy yo a la que están persiguiendo, a la que quieren atrapar. Pero corro, aunque despacio, sin llamar mucho la atención. Me alejo de él y de ella, me alejo de todos ellos. Subo a las escaleras mecánicas, ascendiendo poco a poco hasta que recupero el aliento. Ya estoy fuera de su vista, ya estoy a salvo de todos ellos. Pero antes de confirmarlo, hago la pregunta más estúpida a alguno de seguridad: 

-¿Perdón, sabes dónde está la salida?- La pregunta me parece ridícula, pero en este momento de confusión, necesito un ancla, una conexión con la realidad.

Era uno de los de seguridad, y me mira con una mezcla de sorpresa y preocupación, como si hubiera salido de una película de terror. 

-La salida está al final de esa pasarela- me señala, y por un instante, su voz suena como una melodía que corta el ruido de mi mente. Asiento, agradecida, y me empujo hacia adelante. Cada paso me aleja de la situación, pero la sensación de ser observada persiste. Miro hacia atrás, medio esperando ver una sombra acechando, pero no hay nada. Solo el bullicio de la gente que pasa, ajena a mi miedo. 

Y con cada paso, el eco de mis pensamientos resuena: ¿por qué tengo tanto miedo? ¿Qué es lo que realmente me preocupa si esto ya lo he echo? 

Pero no es solo la imagen de él, con su mirada intensa, ni la ella, que parece disfrutar el juego. Es la necesidad que me nace de alejar mi mente de mi cuerpo; teníamos una conversación pendiente, pero no estaba del todo presente, y siento que me están defraudando. Sin embargo, aún así, me sigo sintiendo aburrida cuando salgo del edificio. El aire fresco me golpea como un balde de agua fría. Respiro hondo, tratando de despejar mi mente. El sol brilla, y por un momento, me siento normal. Pero entonces el recuerdo de sus risas burlonas regresa, y con él, la presión en mi pecho. La necesidad de tomar algo que no es mío, y hacerlo mío solo porque esta en mis manos, de sentir esa euforia, esa chispa de peligro que parece dar sentido a todo. Me causa un placer que nunca había sentido antes.

Porque el riesgo se esta convirtiendo en mi refugio, mi escape, mi lugar favorito. Me encuentro en un rincón tranquilo donde puedo respirar. Me siento, y en ese momento de quietud, me pregunto si me siento mal. Me doy cuenta de que llevo todo el tiempo con una media sonrisa en la cara, hasta que llego a casa. Estoy de pie en el baño, cantando sola, escuchando atentamente una letra con la que no me identifico: "I need your help to get it out of me even though I am weak and dejected." Cambié tanto mis gustos musicales, pero nadie prestó atención a la letra. Porque no logro entender cómo una canción que habla del suicidio puede animarme tanto, pero eso no me parece importar tanto como el hecho de entender que no soy una villana; deberás soy buena, también he sido una niña dañada. He tenido que crecer por la necesidad de otros, pero dentro de mí aún vive esa pequeña que jugaba con sus muñecas, sin tener porque hacerlo con las personas a cambio de nada. Y a veces converso con ella. Solo me escucha, me mira, quizás asombrada de cuánto hemos cambiado, de cuánto hemos perdido. Sé que le gusta mi nuevo corte de pelo y mis juguetes, me lo dicen sus ojos de comprensión, que parecen ser más grandes que los míos. Solo somos ella y yo en una habitación, buenas a nuestra manera nos miramos fijamente, y aunque se supone que soy la mayor, es ella quien trata de consolarme en estos momentos haciendome creer con que solo estamos jugando.

Y logra convencerme y pretendo ser algo y alguien y bailo frente a ella en el espejo de casa, poso, posa, posamos y la saco fotos que luego envió a personas que no conozco. Y desde luego si se filtran mis nudes, no terminaría mi vida, iniciaría mi carrera- Pienso en voz alta, mientras recibo mensajes de desconocidos diciéndome muchos nombres que mejor por mi salud mental no traducirlos. Pero aún así, me gusta recibirlos. No quiero salir afuera porque me conozco lo suficiente como para saber que si salgo, no pretendo regresar por esa puerta.

𝐃𝐞𝐬𝐠𝐚𝐫𝐫𝐨𝐬 𝐝𝐞𝐥 𝐀𝐥𝐦𝐚Donde viven las historias. Descúbrelo ahora