La procrastinación me esta matando

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Solo despierto para darle la cara a mis miedos, eligiendo la inacción sobre la acción. 

Cada día que pasa, siento cómo se acumulan las tareas sin realizar, como un peso cada vez más pesado que aplasta mis aspiraciones. No se muy bien que hacer. Mi morena se ha vuelto pálida. Se me notan las ojeras. Llevo 3 días sin dormir, y en lugar de avanzar, me quedo atrapada en un ciclo de justificaciones y distracciones.

Son las 7:30 de la mañana, y mis madres se extrañan porque todavía no he bajado a desayunar.

Prometo que mañana será diferente, que me sentaré y trabajaré, pero al final de la jornada, me encuentro en el mismo lugar. El tiempo se escurre entre mis dedos, y cada momento perdido se siente como un ladrillo más en la pared que me aleja de mis sueños. Es frustrante saber que la clave del éxito está en mis manos, y aun así, encuentro mil maneras de distraerme: un video, un libro, un meme, cualquier cosa que me permita evitar enfrentar mis responsabilidades.

La ansiedad se acumula como una tormenta en mi pecho, recordándome constantemente todo lo que debería estar haciendo. El silencio de la noche se convierte en un recordatorio doloroso de las horas que he desperdiciado, mientras miro la pantalla de mi computadora sin saber por dónde empezar. A veces, me pregunto si esta lucha interna será eterna, si alguna vez encontraré la fuerza para romper el ciclo y hacer lo que tengo que hacer.

Es un juego constante entre la urgencia y la comodidad, y aunque sé que procrastinar no me lleva a ningún lado, el camino hacia la acción se siente tan abrumador que prefiero quedarme en la inacción. Pero cada vez que cierro los ojos y respiro hondo, siento que dentro de mí hay una chispa de deseo por cambiar, por finalmente tomar el control y dejar atrás esta parálisis.

Pero me encanta culpar a la procrastinación sobre mis fracasos, justificar que me está matando, y por eso no me pongo a luchar.

Es un ciclo vicioso que parece no tener fin, y aunque me he hecho promesas a mí misma, esas palabras a menudo se desvanecen en el aire. A veces, me despierto con una resolución renovada, dispuesta a hacer cada tarea que he dejado de lado, pero conforme avanza el día, esa promesa se desdibuja.

Las distracciones se presentan como espejismos atractivos, y me encuentro cediendo ante la tentación de un pequeño descanso, solo para perderme en horas de entretenimiento sin sentido. Y así, el reloj avanza, mientras mi lista de tareas pendientes sigue creciendo, un recordatorio constante de mi falta de acción.

La frustración me abraza como una sombra, siempre presente, susurrando dudas en mi mente: "¿Por qué no puedes simplemente hacerlo?" Con cada minuto que pasa, la culpa se acumula, una carga pesada que me sigue a todas partes. Sé que cada tarea pospuesta es un ladrillo en el muro que construyo entre mis sueños y la realidad.

A veces, me pregunto si el miedo al fracaso está detrás de mi procrastinación. La idea de dar el primer paso hacia algo grande es aterrador; el riesgo de fallar me paraliza, y así me aferro a la comodidad de lo conocido, me es mejor. Pero, a la vez, hay una voz en mi interior que grita por liberación, por la oportunidad de alcanzar mis metas y vivir la vida que siempre he imaginado.

Entonces, en esos momentos de desesperación, busco inspiración. Leo sobre personas que han superado la vagancia, así se llama esta enfermedad?, es ella la que han tomado el control de las vidas de las personas patéticamente talentosas? Aunque supongo que ya están mejor, porque sus vidas y sus propios caminos, se ven bien. Me dan envidia, quiero ser como ellos, una guerrera contra mi inercia, contra mi vagancia. 

Pero no hago nada para que eso cambie, solo me quedo aquí, atrapada en mis propias limitaciones, una mas patética que la anterior. Porque me sigo aferrando a la esperanza de que, algún día, la chispa que siento en mi interior se convierta en un fuego ardiente que me empuje a actuar.

Cada historia de éxito que leo es un recordatorio de que no estoy sola en esta batalla. Muchos han estado donde estoy, y han logrado superar la duda ser maravillosos. Ellos han encontrado estrategias, han creado rutinas, y lo más importante, han aprendido a abrazar la incomodidad del esfuerzo. Quiero aprender de ellos. Quiero encontrar mi propio camino hacia la acción, sin dejar que el miedo y la indecisión me dominen.

A veces, intento establecer pequeños objetivos, fragmentar mis tareas en pedazos más manejables. Me digo a mí misma que si logro completar solo una pequeña parte, eso será un paso en la dirección correcta. Pero incluso esos pequeños pasos a menudo se convierten en batallas, y me pregunto si alguna vez será suficiente para romper el ciclo. 

Pero nada cambia, y mi autocrítica resuena en mi mente: "¿Por qué no puedes simplemente hacerlo?" Y en esos momentos, siento que me estoy fallando a mí misma, que estoy decepcionando mis propios sueños. Que vergüenza estoy pasando frente a ellos.

Aunque la vida sigue su curso, y el tiempo no se detiene por mí. Mientras tanto, sigo sentada, mirando la lista de tareas que crece como una sombra ominosa. La ansiedad se transforma en un compañero común, alguien que solo dedica a pagar la alarma de las mañanas, con un constante, —No estas despierta— recordándome lo que debería estar haciendo, lo que quiero lograr. Pero en lugar de permitirme sentir mal, me paralizo aún más, como si la sola idea de actuar fuera demasiado abrumadora.

El miedo al fracaso, la posibilidad de no ser lo suficientemente buena, me acecha. En ocasiones, me pregunto si mi talento es suficiente o si simplemente soy una impostora esperando ser descubierta. La duda me sigue arrastrando, y el ciclo se repite. Cada día me despierto con la intención de hacer más, de ser más, pero al final, me encuentro atrapada en la inercia, con un intento ridículo de abrazar la incomodidad y hacer de la acción una prioridad, aunque el camino se sienta difícil. 

Y aun mas cuándo quiero aprender a lidiar con el miedo y no dejar que me defina. Porque si querida, la procrastinación es un monstruo formidable, pero estoy empezando a entender que tengo el poder de enfrentarlo. Aunque me encanta mentirme a mi misma con que sea capaz de hacerlo.

Me sigo prometiendo buscar inspiración en los desesperados, aprender de quienes han fallado mas que logrado. Y de eso voy a permitirme copiar y pegar sus pasos, voy a permitirme fallar. Porque en cada intento, en cada pequeño paso hacia adelante, estoy construyendo algo más grande: una vida que creo que se alinea con mis sueños y la ambición de ser perfecta.

Voy a empezar a plasmar mis sueños y a ser alguien más en este mundo. Me vuelvo y me lo prometo: estoy viendo la luz, es eso. ¡Vamos a seguir adelante! — ¡Yo puedo! — Pero hoy no será el día en que me muestre mi cambio, aferrándome a mi innegable talento para excusarme. No voy hacerlo, no es el momento

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𝐃𝐞𝐬𝐠𝐚𝐫𝐫𝐨𝐬 𝐝𝐞𝐥 𝐀𝐥𝐦𝐚Donde viven las historias. Descúbrelo ahora