FabriRari km en silencio

27 2 0
                                    


En otra vida, tal vez seríamos más claros, 

pero en esta solo queda seguir adelante.

Las luces de la ciudad se reflejaban en el capó blanco del Ferrari mientras conducíamos en silencio por la autopista. La noche caía, y el Ferrari blanco avanzaba por la carretera como si fuera el único que importara en todo el mundo. El motor rugía suavemente, pero mi mente estaba en otra parte, llena de pensamientos que no me atreví a decir en voz alta. 

Tus ojos, esos que siempre tenían algo que decir aunque no abrieras la boca, estaban dilatados y perdidos en algún pensamiento lejano, un lugar al que yo no podía llegar. No decían nada, pero yo sentía que ambos lo entendíamos. Quizá fue mala suerte hablar en esos momentos, nunca debí haber hablado en esos paseos. Tal vez sabíamos que cualquier palabra podría romper lo que quedaba entre nosotros. Y será por eso que los semáforos existieron, para que me beses, y no pensemos en el resto. Aun que el silencio entre nosotros era la única conversación que podía seguir.

Porque el cielo parecía más cerca de lo normal. Las nubes flotaban sobre nosotros, moviéndose lentamente, y de alguna manera, me recordaban lo rápido que estábamos dejando todo atrás. El tiempo, los buenos momentos... tú y yo. -Lo pasamos bien-, pensé.

Pero una parte de mí sabía que era solo eso: momentos. Y los momentos no duran para siempre.

Te dejé en la estación Central. Sin mas que un gesto. Ni siquiera nos despedimos como la gente normal lo haría. ¿Para qué? ¿Para decir lo que ambos ya sabíamos? Mantener la boca cerrada era más fácil. Los silencios eran nuestra manera de comunicarnos, y aunque todo parecía rutinario, había una familiaridad que dolía. Una parte de mí quería hablar, abrirme, pero las palabras no llegaban. Tal vez porque ambos habíamos pasado demasiado tiempo acostumbrados al vacío.

A medida que me alejaba, te quedaste ahí, quieto, viendo cómo me iba, mi corazón aceleraba. ¿Por qué no dije lo que sentía? ¿Por qué dejé que los momentos se esfumaran como el humo del escape? Las palabras estaban atrapadas en mi garganta, como siempre, y te dejé ir sin más. Al final, solo te envié un mensaje. Envié lo que debí decirte. Por un maldito mensaje. Como si eso pudiera arreglar lo que estaba roto. Como si el texto pudiera llenar el espacio que nuestras voces no podían decir en esos momentos. Pero el tiempo sigue, y al final, lo básico, lo cotidiano, siempre nos alcanza. Eventualmente.

Siempre me importaste, y eso no cambiará nada. Ya lo sabes. Lo que teníamos, aunque el presente se nos escurriera entre los dedos, mi promesa era honesta. Y así pasamos los días, uno tras otro, con la sensación de que algo más nos esperaba, sintiendo que lo que compartimos, fue real. Tal vez no lo supe expresar de la mejor manera, pero eso no significa que fuera menos real. Pasamos tantos días juntos, como si todo fuera eterno. Pero el Ferrari blanco continuaba avanzando, dejando atrás los buenos momentos, las risas y las conversaciones que nunca sucedieron. Solo porque lo eterno no existe, o sinos persigue ¿verdad?

En otra vida, quizá las cosas habrían sido diferentes. Quizá, en alguna otra dimensión, somos más altos, más fuertes, más claros. Pero en esta vida, con nuestros cuerpos cansados y el peso de los años, solo nos queda seguir adelante. -Podríamos irnos de vacaciones-, pensé en algún momento, pero los lugares a los que podríamos escapar no cambiarían lo que ya habíamos perdido, a lo que habíamos dejado claro nuestras intenciones en esos momentos. Porque me fui a la ciudad que se que no vendrías, dije las cosas que se que debería decir para que volvieras aquí, a mi, pero se que no estarás para nada, no llegarás a tiempo para escuchar tu podcast andante no para de hablar de ti en mis escritos y de cómo te has adueñado de ellos todo este tiempo, solo serás serás un recuerdo, vago y lejano que cuando piense en ti pensaré un pensamiento que oscuramente trata de acordarse de ti.

Hablamos de dudar en el hipotético caso de que nos enamoremos de alguien y sea algo comparable a lo nuestro. Pero, ¿Cómo podría serlo, si fuimos tantas cosas y nada al mismo tiempo? Si en cada paseo, cada silencio, nos encontramos y nos perdimos. Pero estabas agotado, lo sé. Yo también lo estaba, pero intentaba disimularlo. Querías más, querías algo que si podía darte. Lo entendí tarde, como siempre. Pero incluso en este caos, fuimos libres. Libres de soñar, de imaginar lo que podría haber sido. Libres juntos y separados. Y así seguimos, cada uno por su lado, pero como es el mismo, entonces bienvenido cariño, con nuestros recuerdos en el asiento trasero de ese Ferrari blanco. Bonito por fuera, sí, pero desgastado por dentro. Igual que nosotros.

.

.

.

Me gusta cómo se juega con el silencio y los momentos no dichos, dejando claro que las palabras no siempre son necesarias, pero que en este caso, la falta de ellas se convierte en un puente roto entre los dos personajes.

Hay algo casi cinematográfico en esta narración, como si cada momento estuviera lleno de significado no expresado.

Y en realidad, así es, el Ferrari blanco se alejaba mientras reíamos es algo similar a dejar ir a alguien que amo, a quien amamos, por que de eso se trata el amor, o no? dejarlo ir, porque puede que sea la persona indicada pero no el momento...

Mis redes sociales: 🤍🍂📍

Instagram: sabinadupont

Tick tock: sabinadupont

𝐃𝐞𝐬𝐠𝐚𝐫𝐫𝐨𝐬 𝐝𝐞𝐥 𝐀𝐥𝐦𝐚Donde viven las historias. Descúbrelo ahora