Para Fabri y su otro amor, te deseo lo mejor:
Empecé a compararte con las demás
y no encontré ni a una sola persona maravillosa.
Sentado en el borde de su cama, con las luces de la ciudad parpadeando a través de la ventana, él sentía que el peso del mundo caía sobre sus hombros. Había aprendido a contener las lágrimas, a guardarlas en algún rincón de su corazón donde ya no pudieran salir. Había amado una vez, quizás dos, pero cada amor que había tocado lo había dejado más vacío, más deshecho, como si un viento cruel hubiera arrastrado lo mejor de él. Siempre perdía. Había aprendido a contener las lágrimas, a guardarlas en algún rincón de su corazón donde ya no pudieran salir. Las promesas que alguna vez creyó eternas, se desmoronaron entre los dedos, y cada despedida le arrancó un pedazo más de alma.
Ahora, frente a esta nueva posibilidad, se sentía agotado. Quería entregarse, quería sentir ese ardor en el pecho que solo un nuevo amor trae consigo, pero ya no sabía cómo. Se sentaba en la oscuridad, frente a la luna llena de cráteres que brillaba con indiferencia , y pensaba en todas las veces que intentó —De verdad lo intente— dar lo mejor de sí.
—Te daría mis lágrimas, pero ya no me quedan— mientras su mirada se perdía en el cielo.
—Te cantaría canciones de amor, te escribiría poemas que enamoran, pero mis palabras ya no tienen esa fuerza, ya se las dedique a mi buen amor, y no se me ocurre nada nuevo— Era como si cada palabra que había dicho antes se hubiera evaporado en el aire, como si hubiera dado tanto, que ya no le quedaba nada.
A veces, soñaba con un mundo diferente, uno donde el dolor no fuera el precio de amar. Donde pudiera tomar esas flores que un día quiso regalar y volverlas a regalar, sin miedo, sin temor a que el invierno las marchitara. Pero estaba atrapado entre lo que había sido y lo que no podía volver a ser.
—Quiero darte lo que te mereces—, pensaba, —Pero solo me quedan los restos de un corazón que ha sido roto tantas veces que no sé si puedo volver a amar como antes.
Y en esos momentos de silencio, se daba cuenta de que tal vez nunca lo sabría. Porque cada vez que intentaba amar de nuevo, ese pasado lo acechaba, lo frenaba, como un eco de lo que había perdido. A veces, deseaba poder borrar todo, empezar de nuevo, pero no podía. El pasado, sus cicatrices, estaban tatuadas en su piel y en su alma.
—Otro amor—, decía, —Otro amor es lo que mereces, pero no sé si soy yo quien te lo dé— Y así, sentado en el borde de su cama, en la noche, con las estrellas observando desde lejos, entendió que, aunque quería darlo todo, ya no le quedaba nada más que un corazón cansado y un sueño roto de lo que alguna vez fue el amor. Había pasado por tanto, había amado con todo lo que tenía y, a pesar de ello, había perdido. —Siempre perdía—.
Con los codos apoyados sobre sus rodillas, sus manos cubrían su rostro. Respiraba profundo, tratando de encontrar algo de paz, pero solo podía pensar en una cosa: en cómo se había vaciado con cada amor. Pero lo lleno que se sentía con su buen amor. Lo había dado todo, siempre lo hacía, pero ahora... ahora solo quedaban ruinas. Como un campo de batalla después de la tormenta, su corazón estaba destrozado, hecho pedazos, y ya no sabía si era capaz de volver a sentir como antes.
—¿Cómo se supone que ame de nuevo?— su mirada fija en la nada. Había alguien nuevo. Alguien que lo miraba con esos ojos llenos de esperanza, de luz, esperando recibir algo de él. Pero abrirse lo veía una posibilidad lejana. Porque no podía evitar empezar a compararla con las demás. —Te juro que te comparé, y no encontré ni a una sola persona maravillosa— Que rabía le daba. Con su ella sentía ese cumulo de emociones.
Pero ahora el... él estaba vacío, como un queso gruyer lleno de agujeros imposibles de rellenar, amenos que decidas destrozar. Sabía que debía querer, que debería sentir algo más allá de ese vacío, pero no podía. Ya no le quedaban más lágrimas que derramar, ya no le quedaban canciones que cantar, ni palabras bonitas para decir. Había usado todo eso en otro amor, y no había conseguido que durase.
—Te mereces algo más— susurró, aunque su ella no estaba ahí para escucharlo. En su cabeza, la imagen de su ella aparecía constantemente: su risa, su manera de hablar, la forma en que lo hacía sentir que tal vez, solo tal vez, podía ser feliz otra vez. Y no fue un tal vez posible, porque le hizo sentir mas que otro amor. Pero tenía que dejarla ir. Aun que al mismo tiempo, algo dentro de él se resistía. —¿Cómo podía darla algo que ya había dado?— No quería.
Pero supongo que el pensaba amarla, de verdad que sí. Quería tomar su mano y decirla que todo iba a estar bien, que juntos podrían enfrentar lo que fuera. Pero sentía que todo lo que podía ofrecerle era polvo. Restos de lo que alguna vez fue. Y eso no era justo para ella.
Había amado antes, eso estaba claro. Y cada vez había creído que sería para siempre. Pero el "para siempre" no duró más que un suspiro. Las promesas se rompieron, los corazones también, y ahí estaba él, —Ósea yo— recogiendo los pedazos de un amor que ya no existía, y a su vez estaba expuesto en las librerías. No quería que eso volviera a pasar, pero era todo lo que conocía.
Se levantó lentamente, caminando hacia la ventana. El frío del cristal contra su frente le ayudó a despejarse un poco, pero el vacío seguía allí. —¿Cómo decirla que no podía darle lo que merecía?— Que aunque él quería, no sabía si tenía la fuerza para volver a intentarlo. Pero podrá resistirse a ser amado sin sentirse de esta manera. Pero no le parecía justo. Porque con su ella le hacía sentir ambas cosas. —La amaba, y me sentía amado— Quería eso de vuelta. Ese sentimiento de ser correspondido. Muy recíproco.
—Ojalá pudiera darte todo lo que te mereces— susurró, dejando que su aliento empañara el vidrio —Pero no me queda nada, todo el amor que tenia se lo di a mi buen amor— Estaba vacío por dentro, se había quedado sin nada. Y ahí estaba, atrapado entre el deseo de amar de nuevo y el miedo de volver a romperse. —Otro amor—, decía. Pero este amor... este amor parecía ser el que más dolía, era diferente, porque no era su corazón el que temía romper —El mío se rompió cuando ella se fue, cuando mi ella se dejó conocer por su el—sino el de ella.—Se que lo haré—
Para quienes han amado y perdido,
que encuentren en sus cicatrices la fuerza
para volver a amar..
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𝐃𝐞𝐬𝐠𝐚𝐫𝐫𝐨𝐬 𝐝𝐞𝐥 𝐀𝐥𝐦𝐚
RandomSoy escritora, no contenta con los sentimientos reales, ansiosa me impongo a imaginarlos. Porque recuerdo todo muy bien, mi corazón no tiene piedad, no puedo dormir, no puedo llorar, solo derramo sangre en papel. No sé si eso me hace buena o mala p...