Capítulo 19 | Estrellas

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|No hubo adiós ni lágrimas, solo el eco de lo que pudo ser, escondido en una despedida que nunca nos atrevimos a pronunciar. Como quien no se decide a quedarse ni a marcharse por completo

 Como quien no se decide a quedarse ni a marcharse por completo

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Era más de mediodía y Alastor ya estaba en su departamento. Su hija estaba frente a él en el suelo, inmersa jugando en su mundo de muñecas, creando historias que solo ella entendía. El silencio llenaba la casa de una manera extraña; los berrinches y risas que solían ser habituales se habían vuelto cada vez menos frecuentes. Charlie, siempre fue una niña llena de energía y palabras, ahora se mostraba más reservada.

Alastor se sentía inquieto con tanto silencio, después de ya haberse acostumbrado al bullicio de su hija. Varias veces intentó acercarse para preguntarle qué pasaba, pero ella siempre le respondía que no era nada, acompañando sus palabras con una sonrisa que evitaba cualquier cercanía.

La única rutina que no había cambiado era la de sus madrugadas. A menudo, se despertaba con el suave roce de su hija queriendo subir a su cama, susurrando que tenía pesadillas. Alastor siempre la recibía con los brazos abiertos, reconfortándola hasta que se dormía de nuevo, acurrucada junto a él. Sin embargo, esas noches se habían vuelto más frecuentes, y con cada visita, sentía un nudo en el estómago. Se preguntaba qué sombras acechaban la mente de su pequeña. Aunque intentaba mantener la calma, la preocupación lo consumía.

Decidió que era hora de abordar el tema. Alastor tomó aire y se acercó un poco más, sentándose a su lado en el suelo.

—Charlie —comenzó con suavidad.
—— ¿quieres contarme sobre tus muñecas? A veces, hablar de las cosas ayuda.

Charlie lo miró con curiosidad, por un momento, pareció dudar, pero la calidez en la voz de su padre la invitó a platicar con él.

—Estamos organizando una fiesta de té —respondió Charlie, un destello de emoción cruzando su rostro. Sus palabras llevaban tanto entusiasmo, como si hubiera esperado esta conversación por años.
—Mi muñeca Perla va a cantar. ¿Quieres también tomar el té con nosotras, pap-.....Alastor?

El alfa sintió que su respiración se cortaba por unos segundos. Creyó haber oído que le llamaría "papá". Esa simple palabra, llena de significado, resonó en su corazón, llenándolo de una mezcla de alegría. Pues si se lo hubiera dicho, sería la primera vez.

—Claro que sí. —respondió, tratando de mantener la calma mientras una sonrisa se dibujaba en su rostro.
——Me encantaría unirme a su fiesta.

La pequeña alfa empezó a acomodar una taza de juguete al frente de su padre, mientras le servia té imaginario. Le presento a todas sus muñecas, Alastor presto mucha atención a todo y tratando de memorizar todos los nombres. Hasta que llegaron a la muñeca favorita de la niña.

—Ella es Perla — Alzo la muñeca para que el alfa la vea, era una muñeca de trapo con los cabellos blancos y un vestido guinda, parecía que tenia tiempo pero aun así estaba bien cuidada.
——Somos mejores amigas y la quiero mucho porque fue un regalo de mamá.

Mesa Para Dos | RadioAppleDonde viven las historias. Descúbrelo ahora