Aveces cuando se te presenta una gran oportunidad debes aprovecharla y eso es lo que hacía Alastor al ser becado en una universidad de prestigio, aunque el no pertenecía a ese lugar, tenía que adaptarse si quería graduarse rápido.
No tenía problemas...
I M P O R T A N T E: Este capítulo contiene escenarios donde se relata el pasado de los protagonistas, las escenas son un recuerdos para ellos. Pero son relatadas para que lo entiendan mejor. Cuando se abre y cierra el recuerdo habrá una línea : —————— Prestar atención.
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La luz del amanecer se filtraba tenuemente a través de las cortinas, bañando la habitación con un resplandor cálido y sereno. Lucifer fue el primero en abrir los ojos, parpadeando lentamente mientras su mirada se adaptaba a la luz del día. Una suave sonrisa se dibujó en su rostro al girarse y encontrar a Alastor dormido plácidamente al lado de la cama, su pecho subiendo y bajando con un ritmo calmado.
La imagen del alfa durmiendo tan cerca de él llenaba su corazón de una calidez que hacía mucho no sentía.
Él seguía allí.
Era un contraste tan fuerte a comparación de la última vez que habían compartido una noche tan íntima, años atrás cuando eran jóvenes, cuando Alastor había desaparecido antes de que los primeros rayos de sol iluminaran el cielo. Ahora, esa seguridad, esa permanencia, lo hacía sentir amado como nunca.
Sin embargo, aquella calidez comenzó a desvanecerse cuando una punzada de dolor le atravesó la sien. La jaqueca se presentó como cada mañana, como un recordatorio cruel de la realidad que enfrentaría ese día. El miedo se apoderó de su pecho al recordar que, en pocas horas, estaría en la mesa de operaciones, enfrentándose a lo desconocido.
Suspiró profundamente y levantó una mano temblorosa, llevándola con cuidado al rostro de Alastor. Su piel morena era cálida bajo sus dedos, y acarició suavemente su mejilla, memorizando cada línea, cada curva, como si quisiera grabar el momento en su mente para siempre.
Ese toque despertó a Alastor. El alfa parpadeó lentamente, entreabriendo los ojos y enfocando su mirada en Lucifer. Al notar su expresión tensa y una sombra de preocupación en sus ojos, su propia somnolencia desapareció al instante.
—Buenos días... —dijo Alastor con voz ronca, pero suave, mientras se estiraba y lo miraba con atención.
Lucifer forzó una sonrisa, pero no pudo evitar que una lágrima solitaria rodara por su mejilla.
—Buenos días.... Cariño—susurró, con su voz quebrándose ligeramente.
Alastor frunció el ceño y, sin decir nada más, deslizó una mano bajo el rostro de Lucifer para secar la lágrima con el pulgar.
—¿Qué pasa?
Lucifer negó con la cabeza, riendo entre dientes para intentar calmarlo.
—Nada... Solo... me desperté pensando en lo afortunado que soy de tenerte aquí. —Tomó la mano de Alastor y la entrelazó con la suya. ——Y... también... no puedo evitar tener miedo, Alastor. ¿Y si algo sale mal hoy?