Capítulo 20 | Juntos

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| El que quiere construir un futuro contigo, lo empieza a construir desde el presente.

Cómo casi ya era rutina de las mañanas, Lucifer estaba en una nueva sesión, sentado en un sillón frente a su psicóloga, sus manos temblorosas apretando un pañuelo mientras las lágrimas corrían por sus mejillas

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Cómo casi ya era rutina de las mañanas, Lucifer estaba en una nueva sesión, sentado en un sillón frente a su psicóloga, sus manos temblorosas apretando un pañuelo mientras las lágrimas corrían por sus mejillas. El ambiente de la habitación era cálido, con luz tenue y una atmósfera tranquila, diseñada para brindar consuelo, pero en ese momento, el omega sentía que nada podía calmar el dolor que brotaba de lo más profundo de su ser. 

—Es... es como si nunca pudiera escapar de lo que él me hizo. – dijo con la voz quebrada, apenas pudiendo articular las palabras.
——Cada vez que pienso en eso, en lo que pasó, siento un asco tan grande por mi propio cuerpo... como si no me perteneciera. Como si nunca fuera a ser mío otra vez.

Su psicóloga, una mujer beta de expresión serena y ojos comprensivos, lo miraba con atención, dejando que Lucifer expresara su dolor sin interrupciones. Sabía que expresar y recordar momentos, aunque devastadores, eran necesarios para sanar.
Lucifer se llevó una mano a la frente, cerrando los ojos con fuerza.

—No sé cómo explicarlo... No fue solo el dolor físico... fue la forma en que me hizo sentir como si yo no valiera nada, como si mi cuerpo fuera algo que podía usar y desechar cuando quisiera.

Las palabras salieron con dificultad, entrecortadas por los sollozos que trataba de contener.

—Y ahora... no puedo ni mirarme en el espejo sin sentir ese asco. Como si las marcas que dejó estuvieran grabadas en mí, aunque nadie más las vea.

La psicóloga asintió lentamente, acercando una caja de pañuelos al omega con delicadeza.

—Lo que has sufrido, fue un dolor muy grande y más porque la agresión vino de alguien al cual amabas, es normal que te estés sintiendo así...Pero no eres culpable de lo que te hizo, pero si responsable de arreglarlo.

—Pero... ¿cómo se supone que debo seguir adelante? No importa lo que haga, siempre está ahí. Siempre hay una parte de mí que se siente rota, sucia...

—Esa experiencia fue terrible, y es normal que sientas esa carga, pero no es un reflejo de quién eres... Créeme, hay mucha vida después del dolor.

—Lo sé... lo sé —susurró el omega, llevando sus manos a su rostro mientras intentaba ahogar las lágrimas.
——Lo amé... No sé por qué sus actitudes cambiaron de repente. Pero cuando me abrazaba y me besaba, era como si el mundo se detuviera, como si no existiera nada más que su calor, al punto que pensaba que me moriría si lo dejaba, tenía miedo..... Pero no me morí...porque lo solté, y aquí sigo. Sigo vivo, sigo respirando, me cuesta... pero si estoy aquí es por mí y por mi hija.

—No debiste dudar, ni sentir miedo. ¿A qué exactamente le tenías miedo?. Si hubo un tiempo en donde te quedaste sin nada, sin nadie. Y volviste a levantarte con una bebé recién nacida en brazos.

Mesa Para Dos | RadioAppleDonde viven las historias. Descúbrelo ahora