Capítulo 26 | Realidad

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|Todos llevamos una súplica silenciosa que nos aferra a lo que deseamos, incluso cuando la realidad nos dice lo contrario.

|Todos llevamos una súplica silenciosa que nos aferra a lo que deseamos, incluso cuando la realidad nos dice lo contrario

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En el pasillo, el ambiente parecía más relajado de lo que Alastor esperaba encontrar después de dejar a Lucifer. Sin embargo, la escena frente a él era casi cómica: la madre de Lucifer sostenía a Charlie en brazos mientras regañaba severamente a Stolas y Ángel, quienes mantenían las cabezas bajas como niños atrapados en falta.

—¡No puedo creer que hayan hecho algo tan irresponsable! ¿Cómo se les ocurre entrar a los juegos que son reservados para niños? ¡Son adultos! Ahora Charlie ya no puede volver ahí por su culpa. —reprendía la mujer, su tono firme pero no falto de autoridad maternal.

Charlie, en cambio, reía con ganas al ver a los dos hombres ser reprendidos, claramente disfrutando de la situación.

Alastor suspiro con pesadez, imaginándose lo que hicieron. Cuanto la madre de Lucifer lo vio acercarse, su rostro cambió a uno de preocupación, olvidando el regaño.

—Alastor, ¿cómo está Lucifer? —preguntó apresuradamente, abrazando con fuerza a Charlie, quien seguía riendo.

Stolas y Angel también lo miraron con ansiedad, cualquier rastro de diversión desapareciendo de sus rostros.

—¿Papá? —llamó Charlie, extendiendo los brazos hacia él.
—— ¡Cárgame!

Alastor no pudo resistirse al llamado de su hija. Con cuidado, la tomó de los brazos de la abuela, acomodándola contra su pecho mientras su pequeña envolvía los brazos alrededor de su cuello.

—Todo está yendo según lo que me indicaron hasta ahora. —dijo finalmente, acariciando suavemente la espalda de Charlie para tranquilizarse tanto a sí mismo como a ella.
——Acaban de sedarlo, y pronto lo llevarán al quirófano.

Layla asintió, aunque el brillo en sus ojos delataba su creciente preocupación. Antes de que alguien pudiera decir algo más, la puerta de la habitación de Lucifer se abrió lentamente, el sonido metálico de la camilla deslizándose sobre el suelo llenando el pasillo.

Una enfermera salió de espaldas, jalando la camilla. Alastor sintió como si su corazón se detuviera al ver a Lucifer completamente dormido, el rostro pálido y sereno, con el inhalador asegurado en su boca. La imagen golpeó como un puñetazo tanto a él como a la madre del omega

La mujer susurraba cosas casi inaudibles, llevándose una mano a la boca mientras sus ojos se llenaban de lágrimas.

Charlie, ajena a lo que sucedía, empezó a retorcerse en los brazos de Alastor. El alfa había empujado la cara de su hija contra su pecho, impidiendole que volteara.

—¡Papá, me estás aplastando! —se quejó, intentando apartarse.

Pero Alastor no la soltó. Asegurándose de que no pudiera girarse para ver a Lucifer en ese estado.

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⏰ Última actualización: Jan 01 ⏰

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