—Es como si el tiempo...
—Se hubiera detenido.
Siguiendo tan solo una azarosa corazonada de sus desvalidos sentimientos, una par de Pokémon aprovecharon la confusión remanente en ciudad Zekrom para salir en busca de respuestas. La noticia les llegó como un balde de agua fría. Sus dos mejores amigos y compañeros de curso, un Zangoose y una Lopunny, habían sido declarados muertos durante el mediodía de la tarde anterior. Muertos no por una herida de bala ni por un accidente laboral, se encargaron de dejarlo muy en claro, sino asesinados por el mismo estado bajo el estigma de la máxima herejía hacia la voluntad de Arceus. Habría sido la negación de la realidad jugándoles una mala pasada, pero tanto aquel Spinda sin machas y la Glameow del lacito en la cola se convencieron a sí mismos de que tenían pruebas suficientes para creer en que sus compañeros habían conseguido escapar de su miserable destino. Se reunieron así, a primera hora de la mañana a la entrada de Zekrom, y partieron haciendo uso de su rango de explorador para adentrarse en los inhóspitos territorios de la montaña a los que jamás se habían atrevido a pisar en soledad.
«Más allá del puente colgante —repetía insistente el Spinda abnegado a la Glameow, pero más que nada a sí mismo—. Zander jamás quiso contarme nada al respecto, pero estoy seguro de que lo vi cruzar ese puente tantas veces... El Pokémon que le entrenó y le hizo cambiar de apariencia... ¡Debe encontrarse en aquel lugar!»
Mucho más se habían alejado de aquella ruinosa casa, y nada habían visto ahí fuera de un par de rocas dañadas en su superficie por múltiples zarpazos causados a lo largo del tiempo. No cabía lugar a dudas de que alguien había morado en ese sitio hasta hace poco, y que escaso o nulo tiempo tuvo para recoger todo antes de salir con la misma brusquedad de un huracán. Siguieron el camino río abajo con más miedo que determinación, hasta llegar a un claro en el que claramente había tenido lugar una feroz batalla en fechas recientes, y pensaron en volver a la brevedad posible. Mas se convencieron de que, si su amigo de verdad estaba en las cercanías, los necesitaría más que nunca; por lo que sujetaron con firmeza el tirante de su mochila cruzada y reanudaron su travesía hasta el lugar en el que se encontraban ahora mismo. Perdidos en medio de la nada gracias a una espesa niebla que cubrió el valle de manera repentina.
—¡¿Quién eres?! —preguntó el Pokémon de los ojos en espiral cuando ya no podía ni ver a la Glameow ubicado justo a su lado.
—Yo..., soy tú. Tú... eres yo —respondió una voz llena de parsimonia, la cual rebotó entre los densos nublos de color malva.
—Esto... ¡No puede ser más que una mala broma! —espetó la gatita buscando a su compañero. Al no encontrarlo por ningún lado buscó, en respuesta, aferrarse al evangelio escrito de su fe—. ¡Shiro! ¡No los escuches! ¡Lo único que quieren es jugar con nosotros hasta hacer que perdamos la cordura!
—Mientras te aferres a esa fe no la perderás —la neblina se tornó aún más densa, calando fuerte en su garganta, oídos y fosas nasales. Ambos Pokémon cayeron al suelo en agonía, tratando de cubrir sin éxito cada uno de sus orificios por los que la malva bruma se infiltraba y los asfixiaba—. Vuelvan a casa. Lo que hay allá afuera solo es para quienes están dispuestos a volverse locos.
—¡Aléjate de nosotros!
—Yo soy... dentro de ustedes.
—¡Ariel!, ¡suelta esa cosa! —demandó el pandita—. ¡Lánzala lejos!
—¿El evangelio? —preguntó la Glameow que seguía con el libro bajo la custodia de sus cuatro patitas—. Pero sin él...
—Abre los ojos —susurró la niebla rosada.
—¡Zander se deshizo de él hace mucho y por eso pudo escapar de aquí! ¡Abandonar nuestras viejas creencias es lo que necesitamos para poder ver el mundo como realmente es!
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Pokémon: La fuga del soñador
FanfictionUn Lucario que pasa sus días soñando con convertirse en caballero y un Lycanroc obsesionado con recuperar lo que le fue arrebatado, unen sus fuerzas a las de un Espeon desesperado por conseguir un objeto legendario procedente de la era mitológica. ...