Capítulo 31: Existencia color Magenta

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Para este capítulo [Vuelven los corchetes], pero en esta ocasión se usarán para representar ideas y conceptos sueltos que buscan no interferir con la narrativa del capítulo, recomiendo saltarlos en una primer o única lectura para no entorpecer los acontecimientos que se narran. 

Ahora sí, disfruten la lectura.

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«A orillas de un gran cañón, 
Un Bagon se echaba a llorar. 
Y volando por encima de él, 
un Swellow cruzó el cielo azul».

 Entonaba Espiga susurrando al viento, bamboleándose entre saltos y giros que iban de lado a lado mientras avanzaba por la parte más oscura de la ciudad, contemplando los fulgurantes astros que iluminaban el cielo como los protagonistas de aquel escenario nocturno en su travesía hacia el mirador de Wolframio.

«Escucha al viento,
Se ríe sin parar.
Se ríe durante el día,
Y la noche también».

Avanzando entre saltos que alternaban de cortos a largos, Mienshao subía a través de los interminables escalones adornados con centenares de flores de fuego, siendo estas bañadas por las luces artificiales dispuestas una tras otra en ambos costados de la pasarela.

«Donna Donna Donna Donna,
Donna Donna Donna Don...
Donna Donna Donna Donna,
Donna Donna Donna Don...»

El mirador de Wolframio fue, hasta la construcción del faro de Bismuto, el lugar más importante de la ciudad desde el comienzo de esta hace más de 2000 años. El punto más hacia el este, desde el que se podían apreciar todas las edificaciones y disposiciones geográficas en los alrededores con facilidad.

«No te quejes dijo el padre,
Un Bagon tú elegiste ser.
Si quisieras tendrías alas,
como Swellow sabrías volar».

Según los textos antiguos, aquél había sido justo el punto exacto en que Wolframio ascendió, elevándose de entre los Pokémon por obra de Arceus para pactar con Él un sitio que les pudiera pertenecer a sus hermanos y colegas, en el cual se les concediera protegerse de los gélidos climas que constantemente azotaban a la región entera. Un lugar tranquilo y afable, libre de desgracias fue lo que obtuvieron en intercambio a sus devotas oraciones. Un manto de aura invisible al ojo común les protegía así de cualquier posible percance negativo.

«Escucha al viento,
Se ríe sin parar.
Se ríe durante el día,
Y la noche también».

La metrópolis entera entonces fue construida de forma tal que el mirador pudiera verse desde cada casa, que cada casa y ventana pudiera verse desde aquél lugar, con sus luces y reflectores iluminando los caminos y pasillos que cruzaban de cerro a cerro mediante retorcidos senderos en lo que se encaminaban hacia lo alto.

«Donna Donna Donna Donna,
Donna Donna Donna Don...
Donna Donna Donna Donna,
Donna Donna Donna Don...»

Si bien en el pasado funcionó como un gran punto turístico, la novedad de ese año era el faro de Bismuto que recién había terminado su construcción. Por lo que en comparación a estar en la feria o disfrutando la vista desde lo alto del faro, el mirador se miraba vacío esa noche. Era un camino largo y cansado desde la feria que simplemente no merecía la pena esa ocasión.

Pokémon: La fuga del soñadorDonde viven las historias. Descúbrelo ahora