Capítulo 23: Una voluntad que se fragmenta y se antepone a otras

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[¿Dónde estoy? ¿Quién soy? ¿Qué estoy haciendo en este lugar? Diversos pensamientos transitan mi cabeza, pero cuanto trato de ahondar en ellos soy incapaz de recordar.]

—¿Que no vas a protegerme? —se burló Amaranto de la amenaza de Izoold—. ¡Pero si acabo de darte la paliza de tu vida hace unos minutos! —la respiración de ambos Pokémon todavía era profunda en aquel momento; las heridas de sus golpes y mordidas seguían calando sobre su piel—. De hecho, estoy tan seguro de que te dejé a toque que no permitiré ese simio te ponga un dedo encima hasta que yo te derrote, me oyes. Tu experiencia me pertenece por completo. Quiero que cuando caigas de rodillas no quede lugar a dudas en tu diminuta cabeza de que fue solo por la santa tunda que YO te metí.

[Siento como si mi cuerpo se estuviera volviendo cada vez más ajeno a las necesidades de mi cerebro. Mis manos y piernas se mueven, sí, pero no es debido a mi propia voluntad.]

—Acepto que nunca había visto una habilidad como la tuya en el resto de Pokémon que rondan por este yermo —respondió el Obstagoon, escupiendo un poco de sangre tras limpiar su mandíbula—. El idiota de Vanadio se quedó corto al hablar de su potencial individual. No obstante, mi batalla contra ti no es una busque terminar en solitario. Aquí afuera no hay ninguna regla escrita y, si es necesario, con tal de proteger los sueños de mis camaradas, les daremos caza a todos esos Pokémon vendidos al malnacido de Bismuto para proteger la hegemonía de los Tipo Acero.

—¿Proteger a los Pokémon Tipo Acero? ¿Nosotros? —volvió a reír el lobo—. ¿De qué mierda hablas ahora?

—El Lucario para el que trabajan. Siempre se rumoró que su descendencia todavía existía oculta en algún sitio, y que más pronto que tarde su linaje regresaría para reclamar el título de comandante que Bismuto actualmente ostenta, Y ahora que yo mismo fui testigo de su poder en la iglesia, es inútil que traten de pasar desapercibidos entre el resto de los prospectos para su torneo.

—El Lucario para el que trabajamos... —repitió en voz baja, algo confundido—. ¿Hablas de Cian? —Demoró lo suyo en asimilar tan imaginativa propuesta, pero cuando lo hizo empezó a reír de forma estridente—. ¡¿De verdad te piensas que estamos al servicio de ese animal?! —cuestionó aún entre risas—. Levigis y yo... Trabajando para ese zopenco... como si nos importase este inmundo país... ¡Si querías matarme de la risa casi lo has conseguido con esto último!

—Viajas con él y pareces no saber lo que estás a punto de despertar. El precio de tu ignorancia combinada con tu desmedida habilidad tendrá un coste que ni toda la sangre de los justos podrá subsanar. —Dio un paso al frente—. Tus puños, a diferencia de tus palabras, fueron mucho más sinceros a la hora de dialogar. Por ahora quédate atrás y no intervengas en mi batalla que, como líder de Fracción Roja, ¡recae solo en mí la responsabilidad de poner en su lugar a la maldita traidora!

[Arceus Todopoderoso que mora más allá de los cielos, si mis plegarias todavía pudieran alcanzar el trono de su gracia divina, tan lo menos me gustaría confesarme por última vez acerca de los atisbos de ideas que han estado haciendo mella en mi cabeza desde nuestro fatídico primer encuentro.]

Una vez estuvo solo delante de la Ambipom de ojos fragmentados, Izoold trató de llamarle por su nombre igual que siempre, pero la pierna cercenada a su lado lo regresó raudo a la realidad de la que, por un segundo, creyó escapar. Múltiples preguntas se arremolinaron en su cabeza hasta formar una tempestad, y enturbiaron todos sus horizontes mientras apretaba sus puños con impotencia al no hallar un puerto en cual encallar. No tuvo más remedio que salir del paso dando un salto largo hacia adelante, dando así inicio a un presuroso combate del que no quería formar parte, pero que debía aceptar antes de que el mar de dudas terminase por hundir la pequeña balsa de aspiraciones e ideales con la que trató de mantener a flote las aspiraciones e ideales de sus amigos.

Pokémon: La fuga del soñadorDonde viven las historias. Descúbrelo ahora