Capítulo 24: Una voluntad atrapada en una recurrente sempiterna

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—Pensé que Mercurio había dejado estas tierras hace varios meses, cuando la laguna se secó. —Comentó Thievul marchando detrás de Mudsdale y Breloom para vigilar su retaguardia por cualquier ataque sorpresa del grupo enemigo—. ¿Cómo fue que llegó el agua a manos de Palmacosta? —Demandó por una explicación a sus amigos igual de ignorantes en el tema.

—Parecía muy buena chica, sobre todo cuando estaba al lado de Hima... —Opinó Breloom como respuesta, sin tener siquiera una teoría que aclarase las inquietudes de su compañero zorro—. Aunque ahora que lo pienso, ella también se estuvo comportando de una manera muy extraña antes de anunciar su salida del grupo.

—No estarás insinuando que... —Habló Luin sobresaltado tras llegar a una aterradora conclusión en su cabeza—. ¡No...! No puede ser verdad, Hima no sería capaz...

—¡Sabía que tanta bondad no podía ser verdad! —Interrumpió Ozette de forma tajante—. ¡Todo era una charada para esconder sus verdaderas intenciones! —Llegó a su propia conclusión—. ¡Debe haberle informado a Mercurio que el jefe quería formar una alianza con Vanadio y ahora busca destruirnos!

—Usó a Palmacosta para acabar con la vida del pobre Sinoa. —Se metió el caballo a la conversación—. Enfrentar sola al jefe es lo que desea. Somos los siguientes en su lista. —Habló entre tartamudeos a causa del miedo.

—¡Silencio! —Advirtió Thievul gritando en voz baja—. Alguien se aproxima por nuestro flanco derecho. —Se escondieron los tres detrás de los matorrales para esperarle y emboscarlo, preguntando mientras tanto al zorro sobre qué era un flanco, reclamando su uso en una conversación casual.

└Levigis┐

—El retrato de la ruina iluminado por el circulo lunar, una atmósfera compuesta de distintas arias de dolor que resuenan en una armonía disonante. Un rondo de sangre capaz de conjugar los lamentos de los inocentes y las maldiciones de la oscuridad hasta el fúnebre amanecer en lo que, de manera muy acertada, se conoce como la sinfonía de la noche. —Vociferó Levigis lleno de inspiración, observando la gran silueta de aquella antigua casa desde el jardín frontal en compañía de Magenta.

¡¿Crees que podamos encontrar un Noivern milenario durmiendo dentro?! —Cuestionó Mienshao con los ojos llenos de ilusión.

—El escenario es perfecto para encontrar más que un viejo Noivern. —Emitió su respuesta tratando de contener una sonrisa producto de la ansiedad y avanzó hasta la puerta principal, donde pidió a Magenta que sujetase a Shinx en lo que intentaba abrirla con la llave que Obstagoon les entregó minutos atrás.

A diferencia del resto de casas en la aldea, esa era la única que no tenía la entrada recubierta con tablas de madera y clavos, por lo que con solo girar la llave ya introducida en su cerradura consiguieron poner los pies dentro una vez el largo y suave rechinido de la bisagra oxidada cesó.

Pidiendo disculpas en voz baja, el trío llegó hasta el escritorio del recibidor, donde una vieja máquina de escribir sin tinta descansaba cubierta en polvo, con una hoja completa insertada en el rodillo. Revisando que no hubiera nada más de valor en la habitación, Levigis se sentó a leerla en voz alta para su compañero sin tener muchas expectativas sobre su escrito al ver que iniciaba como una confesión de asesinato.

19 de marzo del año 2016 e.P.

Yo los he matado... Mis padres han perdido la vida por mis propias manos y he arrojado sus cuerpos al sótano, donde me contuvieron prisionero más de tres semanas. Mercurio les ha engañado a todos tal como hizo con la aldea vecina. Me queda claro que su deseo y su intención va más allá de simplemente asesinarnos; lo que ella busca es estudiarnos... a todos en la aldea. Con el agua quiere corrompernos, destruir nuestra voluntad de ser, y vernos convertidos en bestias sucias y pestilentes; carentes de dignidad alguna; feas; sin salvación.

Pokémon: La fuga del soñadorDonde viven las historias. Descúbrelo ahora