Capítulo 25

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¡Hola!
Primero que nada quisiera agradecer a todos ustedes por permitirme alcanzar las 4000 visitas. La verdad es que es un honor muy grande para mi ver qué le den una oportunidad a mi obra y me llena aún más de felicidad ver que han llegado hasta este punto.

Este capítulo es lo más grande que he escrito a la fecha y espero que de verdad les sorprenda. Es bastante largo, pero pueden llevárselo con calma, es posiblemente el último capitulo de esta historia en lo que resta del año ya que en Diciembre suelo llenarme de actividades por la temporada.

Sé que fue una saga larga y algo pesada, pero finalmente está aquí la conclusión del arco que llamo "Una voluntad". Que lo disfruten tanto como yo pasé planeando esto desde el comienzo del año sería mi máximo deseo ¡Muchas gracias por todo! ¡Bonitas fiestas y sigan respetando la cuarentena!

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—¡Por lo que más quieras, pisa el condenado freno! —Suplicaba el Gumshoos al Lucario inexperto en su primera vez al volante.

—¡Hay muchas cosas que nunca había hecho hasta que salí de casa! —Replicó Cian apretando el cuero del manubrio—. ¡Si dejo que una pequeñez como esta me detenga no podré llegar a tiempo a con ellos!

Pisando aún más el acelerador, el Lucario se adentró entre los matorrales que separaban a aldea Linoone de la iglesia, luchando por esquivar cada árbol que se aparecía en su camino.

—¡¿Qué cojones ha sido eso?! —Exclamó Gumshoos tras ver como una masa sin forma fue impactada por la camioneta haciéndola pasar por encima del parabrisas hasta quedar en el suelo del lado contrario. —¡No puede ser! ¡Has arrollado a un Pokémon! ¡Detén el auto de una jodida vez! —Exclamó fuerte, zarandeando a por el hombro a Cian.

—¡Ya te dije hace rato que aún no sé cómo frenar esta cosa! —Aseveró golpeando el volante para hacer sonar el claxon de manera accidental ya por tercera vez en la noche en busca del freno. Después pasó a mover la palanca posicionada detrás del manubrio activando los limpia parabrisas, encendiendo las direccionales y alternando las luces entre los faros de posición y los de largo alcance.

—¡Vas a matarnos idiota! —Advirtió, considerando la opción de bajarse por su cuenta aun cuando la maquinaria seguía en marcha, meditando sobre lo irónico que era el haber sido salvado por Cian minutos atrás sólo para encontrarse al borde de la muerte una vez más, ahora por propia culpa del tipo acero.

└Amaranto┐

—Levántate. —Tendió Obstagoon su mano para ayudar a ponerse en pie al ya muy desgastado Lycanroc una vez que se encerraron en la misma habitación donde Palmacosta había tenido prisionera a Hima todos estos días con el fin de resguardarse de los viciosos ataques del simio decapitado en lo que trataban de recuperar el aliento. Mantener esa roca de mármol en el pasillo para evitar el escape de Ambipom le había costado mucha más energía de la que imaginó en un principio. Ahora pensaba que generar esos enormes bloques de piedra en el aire iba a terminar siendo más una reversión de su técnica a pesar de lo bien que se viera al hacerlos.

Pasando sobre el cercenado cadáver de Diggersby sin poder detenerse en dedicar una oración por él, Izoold se asomó por la ventana para confirmar que una gran multitud de Pokémon, en un estado similar al de Palmacosta, se amontonaban poco a poco en el exterior, sin hacer ninguna otra clase de movimiento, era como si los estuvieran esperando a por ellos dos pacientemente.

—¡Nos han rodeado desde afuera y esta puerta no resistirá mucho! —Señaló Izoold—. Necesitamos pensar en un plan cuanto antes.

—Es la segunda vez que escucho eso esta noche. —Habló Amaranto entre dientes, dejando escapar un poco de aire tras un pequeño suspiro en lo que se ponía de pie entre tambaleos—. Ahora sabes cómo se siente.

Pokémon: La fuga del soñadorDonde viven las historias. Descúbrelo ahora