Capítulo 46: Muerte

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«Un sopor indescriptible apelmaza mi cuerpo, quisiera poder estirarme con libertad».

[Δες μονο Δες]

«Una sed agobiante destroza mi alma, quisiera poder beber algo refrescante».

[Δες μονο Δες]

«Un apetito voraz se adueña de mis sentidos, quisiera probar un bocado delicioso».

[Δες μονο Δες]

«Un vacío inquietante aísla mis recuerdos, quisiera tener nuevos pensamientos».

[Δες μονο Δες]

«Tantas cosas que quedaron pendientes por terminar, tanto que me faltó reír, tanto que me olvidé de llorar, tanto que dejé pendiente por cumplir, tanto que no pude soñar, correr, tropezar, jugar, dormir, entender, descubrir, estudiar, explorar... aún si traté de hacerlo todo... acabé realizando nada; porque yo...».

[Δες μονο Δες]

[Solo pude mirar]

[Δες μονο Δες]

[Nada logré cambiar]

[Δες μονο Δες]

[Ya estoy muerto]

«Esa es mi realidad, morí por la boca de alguien a quien consideraba mi amigo sin tener opinión, sin conocer la razón, sin remedio alguno que pueda aliviar el tormento reprimido en mi corazón. Desde el día en que nací hasta el momento de mi muerte, la vida no fue más que un sufrimiento perpetuo. Me arrebataron a Magenta, me quitaron a mis amigos, bloquearon mis sueños, me despojaron de mi destino, borraron mi casa y aniquilaron mi ciudad, acabaron con mi reputación, quemaron mi lugar favorito, asesinaron a mi mamá, traicionaron mi felicidad para usarla a su voluntad, secuestraron a mi padre e incluso perdí la posibilidad de ver los verdaderos colores del mundo antes de si quiera haber nacido. Derroché mi vida entera persiguiendo una falsa promesa de sosiego, pensando que eso traería el fin de mi sufrimiento; no hice más que dar vueltas sin rumbo en mi propia miseria en un intento por huir de esta situación».

—Cian —llamó una voz incorpórea desde lo más recóndito de su cabeza, o quizá desde fuera muy a la distancia; no había forma de saberlo.

«Cian... eso es todo lo que hay en este lugar; un color eterno e infinito, como el del mar que sumergía a mis ojos en el hotel de aquella ciudad donde Magenta me hizo esa pregunta».

«El color del cielo, el rojo de una manzana madura, la alegría de una sonrisa sincera; son cosas que vemos y sentimos todos los días, y, sin embargo, poco podemos comunicar a los demás. Aún estando hombro con hombro como hacemos ahora...»

—Nuestras realidades no podrían ser más diferentes... Estuve tan ofuscado tratando de ver por el futuro de Magenta, que me olvidé por completo de estar en su presente. Jamás entendí siquiera un poco de su verdadero sentir... Por más que lo intenté, lo único que conseguí fue alejarme más y más de sus verdaderas emociones.

«Una vez cumplen el rol que les fue asignado, los Pokémon son eliminados del planeta. Quedan así en la tierra únicamente las flores marchitas que jamás llegarán a nada; caminando sobre un jardín de sueños que tampoco llegaron a cumplirse».

Pokémon: La fuga del soñadorDonde viven las historias. Descúbrelo ahora