Designio: Pensamiento del entendimiento aceptado por la voluntad.

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Sentado bajo un guayacán, en profunda meditación, el cuarto hermano tocaba el tambor al ritmo de su corazón, buscando sintonizarse con el sentir de su pueblo y tratar de ser uno con la naturaleza. Había pasado tres días bajo el árbol, bebiendo solo agua en un ayuno perfecto, siguiendo las instrucciones del espíritu de la visión, esperando recibir el mensaje que aclararía todo.Dejó su mente en blanco, conectando con su ser interior. Con cada respiración profunda, sintió cómo su alma se aligeraba, liberándose del peso de la carne. Sus ojos se afilaron, permitiéndole traspasar el velo de los mundos, sincronizándose con el todo perfecto. La tensión abandonó su cuerpo mientras entraba en un estado de meditación profunda, perdiendo toda conexión con el presente y escuchando la voz que lo guiaba hacia lo más profundo, a través del pasaje de los tiempos.


Pudo ver el inicio: el momento en que se creó el mundo, los elementos, el hombre cobrizo y el surgimiento de la naturaleza en su máxima expresión. Fue testigo de la aparición de los guardianes, de cómo se enamoraron y tuvieron descendencia, y de cómo acompañaron a los primeros pobladores de la tierra. Todo lo que le había contado su abuela se reveló ante él, pero esta vez desde la versión pura y limpia de la verdad, sin los matices añadidos por las leyendas transmitidas de generación en generación.Vio cómo una mujer de agua había amado a un hombre de fuego, quien la había engañado para lograr sus propios fines, agotando su poder y encanto. La mujer, exhausta, se negó a repetir la historia y huyó hacia tierras desconocidas, dejando a sus hijos atrás. Se refugió en una cueva oscura, donde construyó un altar para proteger a sus hijos, a pesar de que eso significaba dejarlos solos en la tierra. Aun así, les dejó una consigna: serían capaces de ser libres solo a través de un amor verdadero.


El destino de sus descendientes estaba entrelazado: no podían encontrar el amor individualmente ni alejarse unos de otros. Estaban destinados a regresar a la tierra una y otra vez, en una rueda sin fin, hasta que encontraran a la mujer que los amara por lo que eran, solo por sí mismos. Asimismo, la única mujer nacida en ese linaje debía llenar el vacío de su propio corazón. Esto rompería la maldición; los anillos caerían y el centro finalmente sería libre, ya que la madre, quien había elegido imponerse este dolor, no podría morir hasta que todos sus hijos fueran liberados.


El espíritu de la visión reveló que la misma fuerza que los ataba era la que les daría la libertad que tanto buscaban.

Camino de agua y FuegoDonde viven las historias. Descúbrelo ahora