Escarceo: movimiento en la superficie del mar con pequeñas olas

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Cerca de la orilla, en el pequeño muelle privado donde solían descargar sus embarques habituales, Illa esperaba impaciente a que el bote de motor fuera de borda, donde venía su hermano Antay, atracara. La emoción de recibir aquello que había esperado toda su vida, la solución a todos sus problemas, lo mantenía en vilo. Sus ojos brillaban con esperanza; este artefacto prometía ser la respuesta definitiva, y ya estaba planeando cómo sacarle el máximo provecho, los negocios que podría hacer y las pruebas necesarias para determinar su confiabilidad y margen de error.Daba vueltas entre su carro y el borde del muelle cuando notó que otro bote pequeño, con los colores de sus hermanos, se aproximaba. Se sorprendió, ya que no esperaba que Rumi terminara tan rápido con la tarea encomendada. Al ver el número de botes y pangas que lo seguían, pensó por un instante que lo habían capturado y lo obligaban a regresar para negociar por dinero. Pero al tomar su catalejo, vio que los dos hombres en el bote de Rumi no estaban en posiciones defensivas; de hecho, parecía que habían hecho nuevos amigos.


El bote se detuvo en la parte más apartada del muelle, permitiendo que el gran cuerpo de Rumi cayera pesadamente sobre las maderas de teca y mangle, que temblaron bajo su peso. Las fuertes pisadas de Rumi amenazaban con romper la estructura a cada paso, por lo que se apresuró a avanzar hacia el empedrado más seguro, seguido por un pequeño hombre que trotaba a su lado para mantener el paso. Al acercarse, Illa reconoció al capitán de los piratas del Golfo, la temida pandilla que saqueaba sin hacer distinciones, llevándose todo lo valioso de los barcos.Illa miró interrogante a su hermano, esperando una explicación, justo cuando el bote de motor fuera de borda atracaba en el extremo iluminado del muelle. Los tripulantes colocaron la tabla de desembarco con sumo cuidado, y Antay, con una sonrisa amplia, ofreció su mano a una hermosa mujer que emergió del bote. Por un momento, la mente de Illa se quedó en blanco: ¿una mujer? ¿Dónde estaba lo que había viajado tan lejos a buscar? Sus ojos se enfocaron en la figura femenina, resguardada detrás de Antay, mientras escuchaba la carcajada de Rumi resonar con fuerza.


Illa, el gran comerciante, lleno de ingenio y líder de la familia, había sido timado. La ira lo envolvió por un segundo, pero rápidamente se calmó al pensar que podía divertirse a expensas de la mujer que le habían endilgado de manera tan descarada. Se acercó ufano, pero la mirada helada de los enormes ojos negros de la mujer le bajó los humos de inmediato. Se presentó con cordialidad, aunque la confrontación entre ambas mentes era inevitable y se convirtió en un duelo constante.Durante los días siguientes, quedó claro que ella no solo era una mujer llena de respuestas, sino que también tenía una perspectiva única sobre la vida. Pronto llegaron a acuerdos, se establecieron límites y se construyó una confianza tan sólida que podían sostener conversaciones enteras sin pronunciar una sola palabra. Los hermanos observaban la evolución de la relación con asombro y diversión. ¿Quién diría que la compañera ideal para Illa estaba al otro lado del mundo, y que su llegada, inesperada y oportuna, sería tan significativa? No podían dejar de agradecer a la mujer sabia por haberlos empujado a buscar más allá de sus fronteras.¿Y qué pasó con los piratas del Golfo? Siguieron siendo piratas, pero ahora también trabajaban como escoltas, protegiendo contra otros piratas: los forasteros, los pálidos, los oscuros, aquellos que llevaban bandera y fingían la ley. El trabajo era peligroso, pero les conservaba la sensación de libertad, algo que valoraban por encima de todo.


—¿Y al final Illa encontró el amor? —la voz cristalina y melodiosa de Nuna, la hermana más joven, se elevó en medio de la historia, interrumpiendo a Mara, la mujer bondadosa. Mara la miró a los ojos, buscando alguna señal de reconocimiento en esos ojos oscuros con fondo rojo, esperando que la mujer completa en sí misma despertara por fin. Pero aún no era el momento.—Eso es algo que podrás preguntarle tú misma cuando regresemos a casa —respondió Mara con una sonrisa.


Mara y Nuna habían partido en un largo viaje, huyendo de la mujer incomprendida después de su desaparición junto con la mujer sabia en medio de un misterioso incendio que había consumido todo un brazo del estero.

Camino de agua y FuegoDonde viven las historias. Descúbrelo ahora