Ineludible: Que no se puede eludir

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Cuando los pálidos llegaron a esta tierra por primera vez, pensaron que los pueblos eran simples y fáciles de conquistar. Sin embargo, con el pasar de los días, se dieron cuenta de que, aunque las personas de estos pueblos sonreían y eran amables, no había confianza en sus ojos. Los pueblos percibían la codicia en la mirada de los extranjeros, que deseaban sus tierras, sus campos y, sobre todo, a sus mujeres.Los pueblos los rechazaban cortésmente una y otra vez, aceptando sus regalos baratos y sus intentos de intercambiar armas. Les permitían asentarse, pero cuando los extranjeros alteraban el entorno, invariablemente terminaban en batallas y guerras, obligándolos a regresar al mar. Estos conflictos duraron años.


En medio de esas guerras, la mujer de agua con corazón de fuego, incapaz de amar ni de ser amada, regresó a la tierra por novena vez. Se habían creado leyendas sobre ella, aunque se conocían pocos hechos como ciertos: siempre pertenecía a la misma familia, tenía lunares en los brazos en forma de media luna que marcaban el número de veces que había regresado, sus ojos oscuros mostraban un destello rojo, y siempre tenía cuatro hermanos mayores, todos hombres. Sus dones mágicos se manifestaban desde temprana edad, y solía estar sola cerca del río o en el límite del bosque profundo, buscando respuestas más allá de su alcance.A la mujer le habían advertido, como siempre, sobre su destino y la necesidad de tener cuidado al elegir a quién entregaba su corazón, apoyándose en su círculo de confianza. Aun así, caminaba con la mirada baja, el cabello cubierto por un chal, intentando evitar la maldición que la acechaba. Pero había lecciones que necesitaba aprender, por lo que ese día se dirigía al centro del pueblo. Las comunidades nativas estaban mucho más desarrolladas de lo que los *pálidos* pensaban, lo cual descubrieron a medida que entendían su relación con la naturaleza, llevándose más de una sorpresa a medida que avanzaban sus conocimientos, a pesar de las guerras.


La mujer buscaba a su abuela, ya que sentía un vacío en el corazón, pensando en cómo podría ayudarla. Fue entonces cuando tropezó con un pálido. Tenía el cabello oscuro cubierto por un sombrero, una barba que sombreaba su rostro y ojos claros que contrastaban de manera extraña con su piel, tostada por el sol inclemente. Él la detuvo antes de que cayera al suelo, rodeándola con un brazo. El calor de su cuerpo la hizo levantar la cabeza asustada, y sus ojos se encontraron por un breve segundo. Ella asintió en señal de agradecimiento y se apartó apresuradamente, aunque no podía dejar de pensar en el calor de aquel brazo y en el contacto extraño que, de alguna manera, se sentía familiar.A partir de ese momento, se encontraron algunas veces más, intercambiaron nombres, y él comenzó a acompañarla en sus actividades. Aprendió sobre los misterios del suelo, del fuego y del agua, comprendiendo la importancia de respetar la naturaleza y el valor de la reciprocidad entre ambos mundos. Sin embargo, los hermanos de la mujer hablaron con él en numerosas ocasiones, pidiéndole que se alejara de ella. El círculo de apoyo de la mujer estaba completamente en contra de esa relación. Sus costumbres, creencias y maneras de ver la vida eran demasiado distintas, así como su respeto por los ciclos de continuidad. A pesar de las advertencias, el hombre también la amaba, aunque carecía de las herramientas para sostener ese amor de una manera sana.


La pareja decidió vivir juntos en una cabaña al borde del pueblo, lo que generó alegría y esperanza en la comunidad. Se creía que esta vez la maldición podría romperse. Al principio, el amor entre ellos era intenso, pero pronto se convirtió en obsesión. No sabían cómo estar separados, y los celos los consumían cada vez que el otro no estaba presente. Las discusiones se volvieron frecuentes, y el vicio del alcohol exacerbó la violencia de sus peleas. A pesar de esto, cuando las disputas se detenían, ambos mostraban una felicidad luminosa.La mujer quedó embarazada, y la comunidad estalló de alegría, aunque con reservas, pues ese no era un ambiente adecuado para un bebé. Aun así, nadie quiso intervenir por temor a alterar el frágil equilibrio de la relación. Para la pareja, el embarazo fue un remanso de paz. La niña que nació tenía ojos plateados y cabello oscuro, una síntesis del amor caótico de sus padres.Los celos regresaron con mayor intensidad que nunca, ya que ni el hombre ni la mujer entendían el origen del color de los ojos de su hija. La niña quedó al cuidado de la abuela, pues su padre no podía tolerar su presencia y su madre, al ver el rechazo, no logró aceptarla. Su corazón roto la volvió fría y oscura, corrompiendo el manto sagrado que la rodeaba. Las cosechas se volvieron escasas, la pesca disminuyó y el fuego se volvió incontrolable. El bosque ardía sin cesar, incluso en la temporada de lluvias más intensa.


La mujer no entendía lo que sucedía. Las mujeres anteriores habían sido rechazadas y maltratadas, pero ella tenía el amor de su compañero. Sin embargo, como no sabía amar, lo convirtió en el centro de su vida, volcando todo lo que tenía en él. El hombre, sin saber cómo amar de manera saludable, replicaba lo que había aprendido en su familia, llevando la relación al borde de la destrucción. Finalmente, rota, desanimada y sin ganas de seguir, la mujer se adentró en el bosque y no regresó más.Por primera vez, las aguas del río subieron, extinguiendo los fuegos descontrolados. Un lirio blanco apareció en la puerta de la cabaña, y un búho llegó a la casa de la abuela. La mujer de agua, una vez más, había entregado su corazón al río.


El hombre, devastado por el dolor, regresó a su tierra natal, rechazando todo lo relacionado con la magia. Se dice que tuvo otra compañera y otros hijos, pero hasta el final de sus días esperó volver a ver esos ojos oscuros con el destello rojo que lo miraban anhelantes, como si él fuera lo mejor del mundo.

Camino de agua y FuegoDonde viven las historias. Descúbrelo ahora