Camino de agua y Fuego

Retahila: Serie de muchas cosas que se mencionan por su orden.

El mayor de los hermanos era intenso y fuerte, como todos los hombres de fuego. Su llama solo se apaciguaba frente a su mujer de agua elegida, la única capaz de iluminar la oscuridad de las profundidades de su alma. Su misión en la vida era ser feliz y encontrar el verdadero amor, pero, debido al miedo, mantenía la mirada fija en el suelo. Innumerables veces, el amor de su vida pasó de largo frente a él, pues su único deseo era ver a su hermana feliz, ignorando las señales y negándose a mirar más allá.En cada reencarnación, se prometía a sí mismo no volver a caer en los mismos errores. Sin embargo, invariablemente fallaba, ya que el dolor y la necesidad lo cegaban, y su corazón vacío se volvía más amargo y ácido con cada vida. Era un fuego oscuro, lleno de heridas no sanadas. Buscaba proteger a otros, pero era incapaz de protegerse a sí mismo.

Finalmente, la mujer de agua con la que estaba destinado a estar tomó el control de la situación. En su última vida, ella lo enfrentó con determinación y le soltó una retahíla de palabras que lo dejaron indefenso y cautivado. Nadie jamás se había atrevido a hablarle de esa manera. Pero esta mujer de agua había desarrollado la intensidad del mar y no se dejaría intimidar por las llamas que brotaban de los ojos de aquel hombre, quien, por destino, debía inclinarse ante ella.En esta última vida, el mayor de los hermanos encontró el amor, gracias a la iniciativa de ella, aunque no sin un gran esfuerzo de su parte. Aunque se reconocieron desde el principio y ella lo buscó, él tuvo que demostrar que era digno de la mujer sagrada que tenía ante sí. Con el tiempo, el hombre cambió, mejoró y se volvió más sabio. Su llama se volvió cálida y suave, pero ardiente como un ángel vengador cuando se trataba de protegerla.

Los hijos que tuvieron fueron niños felices, libres del ciclo de dolor y venganza. Fue entonces cuando el primer aro de la atadura cayó al suelo en un altar lejano.