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31 de octubre de 2024
—Buenos Aires, Argentina—

Karol Sevilla:

Hoy es el gran día.

Es Halloween, y personalmente, me encanta. Este año lo celebraremos en casa, con mi esposo y mi hija. Convencí a Ruggero de que nos disfrazáramos en conjunto, y finalmente decidimos vestirnos como una familia de piratas.

—¡Mamá, mira! —gritó Miriam, señalando los juegos inflables que habíamos alquilado para el jardín.

—¿Quieres subirte a la cama elástica? —le pregunté con una sonrisa. Ella asintió emocionada, su alegría era evidente, y eso es lo más importante para mí.

Después de quitarle los zapatos a Miriam y dejarla jugar en los inflables, me dirigí al comedor. La tabla de quesos y salames ya estaba lista. Ruggero colocó unas frutas alrededor, y yo destapé la primera botella de vino de la noche.

Eva, mi hermana, bajó por las escaleras con su hijo Bruno, de dos años. El pequeño era una preciosura, y con ese traje de calabaza se ganó el corazón de todos.

—Vaya, parece que ya está todo listo —dijo Eva, quitándose el sombrero de bruja.

—¿No confías en mí, hermanita? Sabes perfectamente que Ruggero y yo somos los mejores anfitriones. ¿Verdad, amor? —dije, tomando un sorbo de vino.

—Somos los reyes de las fiestas —respondió Ruggero, posando detrás de mí, con una mano en mi cintura y un beso en mi cuello.

—A esta reunión le falta música y mucho más vino —se quejó Eva.

—Lucas fue a buscar más vino, seguramente ya está por llegar —respondió Ruggero, alejándose para revisar la cena.

Era imposible mantenerlo alejado de la cocina, especialmente cuando se trataba de preparar una buena pasta.

—¿Crees que le pase algo si dejo a Bruno en el inflable con Miriam? —preguntó Eva, algo preocupada.

—No, estate tranquila. Déjalos disfrutar en el trampolín —le aconsejé, llevándola de la mano al jardín.

—Hola, mi amor —le dije a Miriam—. Tu primito Bruno va a jugar contigo. Tengan cuidado, no quiero que se lastimen, recuerda que él es muy pequeño.

—Va bene, mamma —contestó en italiano.

Sonreí, tomé a Bruno de sus brazos y lo ayudé a subir al inflable, moviendo su manito para que saludara. —Adiós, mamá, adiós.

Eva se quedó tranquila, y yo observé un rato para asegurarme de que se acostumbraran al trampolín. Cuando vi que todo estaba en orden, volví al interior con la tranquilidad de que Miriam cuidaría de su primo.

—¡Llegó el rey de la fiesta! —gritó Agustín Bernasconi, entrando con una hielera enorme. A su lado estaba Agustina, su esposa, ambos disfrazados de zombis, y su hijo Henry llevaba una capa negra y una máscara de calavera.

—Hola, tía —me saludó Henry sin quitarse la máscara. Al ver los juegos inflables, salió corriendo hacia ellos; solo esperaba que no asustara a Miriam.

Entonces, escuché un grito: era mi hija.

—Yo me encargo —dijo Ruggero mientras yo saludaba a Agustín y su esposa.

—¡Qué lindos disfraces! —les dije, abrazándolos.

Agradecieron el cumplido, y junto con Eva empezamos a meter las cervezas en la heladera. Nos sentamos a la mesa y comenzamos a picar un poco de la tabla de quesos.

Al rato, Ruggero se unió a la charla con la máscara de Henry en la mano. —Esto queda confiscado, no voy a permitir que tu hijo asuste a mi princesa.

—Exagerado —replicó Agustín.

—No se peleen, es Halloween. Hay que asustar —intervino Agustina, defendiendo a su esposo.

—Sí, pero Miriam se asusta con cualquier cosa. No quiero que tenga pesadillas esta noche —dije, apoyando la posición de Ruggero.

—¿Qué opinas, Eva? —preguntó Agustín, como si le pasara la pelota en un partido de fútbol.

—Ay, Agus, que sea abogada no significa que deba resolver todos los problemas. Dejen de preocuparse y disfruten la cena, no quiero peleas esta noche.

En ese momento tocaron el timbre. Era Lucas con el vino. Detrás de él apareció una niña hermosa, vestida de princesa.

Rafaella.

Rafaella es la hija de Maxi y Sophia, y aunque no tenemos lazos de sangre, su nombre me llena de nostalgia, ya que así se llamaba mi angelito.

—Hola, mi vida —dije, agachándome a su altura y abrazándola con fuerza. Ella me devolvió la sonrisa y me dio un beso en la mejilla.

—Mami, ¿puedo subirme a los juegos? —preguntó, volviéndose hacia Sophia en busca de aprobación.

Cuando su madre dio el visto bueno, la acompañé hasta la cama elástica y luego volví a la sala para saludar a Maxi.

Ruggero abrió otra botella de vino y sirvió en nuestras copas. —Quiero hacer un brindis por la mujer más hermosa del planeta, mi esposa. Ti amo, dolcezza —dijo, y no pude evitar mirarlo como una loca enamorada.

Me acerqué y lo besé, sin importar que todos nos vieran. Vivimos nuestro amor como siempre: un momento inolvidable e interminable.

Sophia se unió a nosotros en la mesa. Ya casi estábamos todos, aunque faltaban Sabina y Diego, y no sabía si vendrían.

—La fiesta está hermosa, pero quiero hablar de un tema importante. Qué bueno que estás aquí, Agustín —dijo Eva, señalándolo.

—¿Ahora qué pasó? —pregunté, algo preocupada.

—Nos llamó Disney —respondió Lucas, y por un momento me quedé en shock, pensando en todas las posibles demandas por usar sus canciones sin permiso.

—Quieren hacer un especial por los diez años de Soy Luna, con diez episodios de una nueva temporada, y los quieren a ustedes dos —añadió Eva con determinación.

Volver a interpretar a Luna...

Ruggero y yo nos miramos, conscientes de lo que significaba regresar a Disney. Nuestras carreras estaban en juego, pero, de algún modo, la idea tenía su lado positivo. Podríamos volver a trabajar juntos y tener más tiempo para Miriam. Me gustaba la idea, pero no quería hacerlo sin Ruggero; Lutteo no se puede disolver.

—No sé si hablaste con tu mánager, Agus, pero a ti también te quieren en el proyecto. Sé que estás enfocado en tu música, los MYA la rompen, pero piénsalo —intervino Lucas.

La tensión era evidente, ya que Maxi aún no estaba al tanto, y esto podría afectar a la banda.

—Miren, creo que este tema podemos dejarlo para otro día. Agustín, habla con tu representante, y nosotros nos encargaremos de ustedes —dijo Eva, intentando calmar los ánimos.

La noche transcurrió amena, entre charlas y risas, hasta que se terminó el último trago. Fue uno de los días más hermosos de mi vida.

Antes de irme a dormir, bañé a Miriam, le puse su pijama y, sin tiempo para contarle su cuento, mi princesa ya estaba dormida. Le di un beso en la frente y Ruggero apareció en la puerta, apagando la luz de la habitación. Salimos en silencio y, al llegar a nuestra cama, nos quedamos pensativos.

—¿Quieres volver? —me preguntó Ruggero.

—No lo sé. ¿Y tú?

Ambos teníamos dudas. Era un gran paso, y no sabíamos qué camino tomar.

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Bueno hasta aqui el extra de hoy, mañana subimos la segunda parte. Si te gusta como escribo e interpreto mis historias, te recomiendo "Cruel Realidad", mi primer novela fuera de los fanfics, la encuentras en mi lista de lecturas de esta misma cuenta. Sin mas que decir, les quiero, muchos besos, by: Antho 💋

Espérame ©Donde viven las historias. Descúbrelo ahora