Destellos de esperanza

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"En la vasta noche del cielo infinito,

Las estrellas brillan como sueños perdidos.

Cada destello es un susurro suave,

Promesas de amores que el destino ha tejido.

Miro al cielo, buscando tu luz,

En cada constelación, en cada cruz.

Las estrellas danzan, guían mi camino,

Hacia una mañana donde tú seas mi destino."

En un remoto acantilado, el faro se alzaba majestuoso y solitario, rodeado por la inmensidad del océano y el misterio de la noche. Era un guardián silencioso, cuya luz perforaba la oscuridad para guiar a los navegantes hacia aguas seguras. Pero para Clara, aquel faro significaba algo más que un refugio en la tormenta; era el símbolo de un amor que aún no conocía, una promesa de esperanza que cada noche renovaba su corazón.

Clara solía caminar hasta la costa bajo el cielo estrellado, envuelta en el susurro de las olas y el aroma de la sal. Se sentaba en una roca cercana y observaba el faro brillar, sus ojos llenos de sueños y deseos. Cada destello que emergía de la torre parecía contarle historias de encuentros y reencuentros, de almas que alguna vez estuvieron destinadas a encontrarse en la vastedad del tiempo y el espacio.

Una noche, mientras el viento jugaba con su cabello, Clara decidió hacer un deseo profundo, uno que guardaba desde hace tiempo en su interior. Cerró los ojos y, en su mente, comenzó a imaginar el rostro de su futuro amor. No tenía un nombre ni un rostro claro, pero en su corazón sentía la calidez de su presencia, el eco de su risa y la paz que le traía pensar en un abrazo compartido. Imaginó paseos bajo la luna, conversaciones sin palabras y miradas que decían más de lo que cualquier frase pudiera expresar.

A medida que pasaban las noches, Clara regresaba al faro, siempre con la esperanza renovada. Cada destello le parecía una señal, un susurro del universo que le decía que su amor estaba cerca, aguardando el momento perfecto para aparecer en su vida.

Con el paso del tiempo, el faro se convirtió en su confidente y su amigo, un testigo fiel de sus esperanzas y de la promesa de un amor que aún estaba por llegar. Sabía que, al igual que el faro guiaba a los barcos hacia la seguridad, el destino la guiaría también hacia el abrazo cálido y la sonrisa de su amor, cuando ambos estuvieran listos para encontrarse.

Clara no sabía cuánto tiempo tendría que esperar, pero no le importaba. Cada noche, bajo el faro y las estrellas, comprendía que a veces el amor llega no cuando lo buscas, sino cuando simplemente estás dispuesta a recibirlo. Y así, entre sueños y destellos, Clara siguió esperando con la certeza de que su deseo, algún día, se haría realidad.

Para ti, que aún no llegasDonde viven las historias. Descúbrelo ahora