"Ya no sé cómo verte sin sentir,
Cómo pedirle a mi corazón
Que no se acelere cuando estás cerca.
A mis ojos que no brillen
Cuando te ven,
Y a mi estómago que guarde
Esas mariposas que revolotean sin permiso.
Es como pedir al sol que no brille,
Al mar que no tenga olas.
Imposible, inevitable.
Tú eres esa fuerza que desordena todo,
Y me haces sentirlo todo
Al mismo tiempo."
Hay cosas que se pueden controlar. Puedes caminar más lento si tienes prisa. Puedes evitar una sonrisa en una situación seria. Incluso puedes convencer a tu mente de ignorar ciertos pensamientos. Pero hay algo que, por más que intento, no puedo controlar cuando se trata de ti.
No sé cómo mirarte y no sentir. No sé cómo ordenar a mi corazón que siga latiendo con calma cuando te veo, cuando entras a la habitación o cuando simplemente tu nombre aparece en una conversación. Mi corazón, rebelde, se acelera, a veces tanto que parece que va a estallar. Intento calmarlo, decirle que es solo una coincidencia, que no es para tanto, pero no me escucha. Se dispara como si corriera hacia algo que ha estado esperando por tanto tiempo.
Luego están mis ojos. Siempre los delatan. Puedo fingir muchas cosas, pero mis ojos... Ellos tienen un brillo diferente cuando estás cerca. Aunque intente evitarlo, aunque trate de no mirarte de esa manera, de contener esa chispa, ellos no me obedecen. Es como si tú fueras el sol y ellos, las estrellas, que no pueden evitar brillar más intensamente cuando están bajo tu luz. Es inevitable.
Y después está mi estómago. Esa sensación que todos describen como mariposas, pero que en realidad se siente más como un torbellino que me da vértigo y emoción al mismo tiempo. Es algo tan primitivo, tan instintivo, que no sé cómo hacer para que desaparezca. Intento decirme que no es nada, que son solo nervios, pero en el fondo sé que es más que eso. Sé que mi cuerpo responde a ti de una forma que no puedo controlar. Se prepara, se emociona, se enciende, como si estuviera esperando algo... esperando por ti.
Cada vez que te veo, es como si todas las alertas de mi cuerpo se encendieran. Y por más que quiera disimularlo, no puedo. Te miro y mi corazón late más rápido, mis ojos brillan sin que lo note, y esas mariposas que tanto intento mantener guardadas comienzan a volar. Quiero mantener la compostura, quiero parecer indiferente, pero es imposible.
Es agotador, ¿sabes? Agotador intentar fingir que no siento lo que siento, que no me afectas de la manera en que lo haces. Pero al mismo tiempo, hay algo hermoso en esa incapacidad de controlar mis emociones cuando estás cerca. Es como si todo en mí supiera que tú eres diferente, que tú eres especial. Y por más que quiera negarlo, por más que intente convencerme de que no es nada, mi cuerpo lo sabe antes que yo. Mi corazón lo sabe. Mis ojos lo saben. Y esas mariposas lo saben también.
Así que, al final, me rindo. Ya no puedo verte sin sentir, sin que mi corazón lata más fuerte, sin que mis ojos brillen y sin que esas mariposas vuelvan a aparecer. Y aunque me gustaría mantener el control, tal vez hay cosas que no están hechas para ser controladas. Tal vez hay personas que están destinadas a hacer que perdamos el equilibrio, a desatar emociones que no se pueden contener.
Tal vez tú seas una de esas personas para mí. Y aunque no pueda controlarlo, me estoy dando cuenta de que no quiero hacerlo.
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Para ti, que aún no llegas
RomanceEn un rincón del universo, hay almas destinadas a encontrarse, pero no siempre en el mismo tiempo o espacio. Este libro recoge historias y poemas escritos para alguien que aún no ha llegado, pero cuya presencia se siente en cada palabra. Desde susur...