"Ya fue, me repito en voz baja,
Mientras el reloj sigue marcando
Los segundos de una espera interminable.
Miro la pantalla, como un niño
Aguardando la llegada de un regalo,
Pero este regalo nunca llega
Sigo revisando tu chat,
Cada notificación me hace el corazón latir,
Pero al abrirlo, el vacío vuelve a llenar
El espacio que una vez ocupó tu risa,
Tus palabras, tus sueños compartidos.
Ya fue, me digo,
Pero la esperanza es terco amigo,
Me aferra a los ecos de una conversación
Que aún vive en mi memoria,
En cada rayo de luz que atraviesa
La oscuridad de tu ausencia."
Ya fue. Esa frase resuena en mi mente como un mantra, repetida una y otra vez, tratando de convencerme de que todo está bien, de que puedo seguir adelante. Sin embargo, aquí estoy, frente a la pantalla de mi teléfono, revisando tu chat como si cada vez pudiera encontrar un nuevo mensaje que ilumine el día. Pero no, el vacío de tus palabras no se llena con las promesas que me hago a mí mismo.
En los últimos días, he intentado dejar de pensar en ti, en la conexión que una vez sentimos. Me dije que no valía la pena seguir esperando un mensaje que probablemente nunca llegue. Sin embargo, el impulso de revisar tu chat se ha vuelto un hábito, un ritual silencioso que se repite en mis horas más solitarias. Cada vez que mi teléfono vibra, mi corazón da un vuelco, como si por un instante pudiera ser tú quien me escriba.
Cada "ping" me hace sentir una pequeña chispa de esperanza, un recordatorio de lo que solíamos compartir. Pero al abrir la conversación, solo encuentro un silencio abrumador. La última vez que hablamos parece un eco distante, una conversación que se desvaneció en el aire, llevándose con ella el calor de tus palabras.
Ya fue. Me repito de nuevo, intentando calmar el nudo en mi estómago. La realidad es que sigo esperando tu mensaje, aunque sé que quizás ya no hay nada que decir. Hay un espacio entre nosotros que se ha vuelto un abismo, una distancia que no se mide en kilómetros, sino en silencios y palabras no dichas. Me aferro a la esperanza, como si en cada revisión de tu chat pudiera encontrar un rayo de luz en la oscuridad.
Me pregunto si tú también piensas en mí. Si, en algún rincón de tu mente, te detienes a recordar aquellos momentos compartidos. Pero la vida sigue adelante, y yo me quedo atrapado en este ciclo de espera, atrapado entre el deseo de dejarte ir y el anhelo de recibir un simple "hola" de tu parte.
Ya fue, lo sé, pero la memoria es traicionera. Me aferra a los recuerdos, a las risas que compartimos y a los sueños que alguna vez construimos juntos. A veces, me encuentro recorriendo cada palabra, cada conversación, buscando algún indicio de que todo no fue en vano. Que lo que construimos significó algo, aunque en este momento todo parezca tan lejano.
Sigo esperando tu mensaje, aunque sepa que tal vez nunca llegue. Pero la esperanza, aunque dolorosa, es lo que me mantiene en pie. Así que seguiré revisando tu chat, como un náufrago en busca de un faro, esperando que un día la luz regrese a mi vida, y que tu voz vuelva a romper el silencio que se ha instalado entre nosotros.
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Para ti, que aún no llegas
RomanceEn un rincón del universo, hay almas destinadas a encontrarse, pero no siempre en el mismo tiempo o espacio. Este libro recoge historias y poemas escritos para alguien que aún no ha llegado, pero cuya presencia se siente en cada palabra. Desde susur...