Capítulo 30

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Advertencia:

Contenido para mayores de edad.

NO ES UN TUTORIAL

NO ES UNA INVITACIÓN A NINGUNA ACCIÓN

TODO TIENE SUS CONSECUENCIAS

ES FICCIÓN, NO IMITEN A LOS PERSONAJES NI ASPIREN A HACER LO MISMO

Mucho respeto al personaje. Después de todo, todos son personas maduras y grandes que disfrutan únicamente de mi literatura, absténgase a que wattpad me vaya a eliminar la novela. 

Capítulo 30 

Mónica

Yo estoy aquí, 

¿Alguien puede ayudarme?

Estoy aquí, la prisionera de una historia,
¿Alguien puede ayudarme?

¿No oyes mi llamada?
¿Vienes a por mí ahora?
He estado esperando,
Que vengas a rescatarme,
Necesito que aguantes,
Todos  la tristeza que yo no puedo,
Vivir dentro de mí.

-Sia.

—No me pidas hacer esto —balbuceé, la voz temblando mientras mi corazón se aceleraba. Las palabras salieron de mi boca como un susurro ahogado, un ruego silencioso que se perdió en el aire denso y opresivo de la conversación.

—Puedo matar ahora mismo a Ruth —dijo con su voz ronca del otro lado, cada palabra un golpe directo a mi pecho —, y sabes que lo que prometo, lo cumplo.

Apreté el teléfono con tanta fuerza que me dolían las muñecas, deseando desaparecer del mapa. El deseo de escapar de esta pesadilla era abrumador. La muerte sonaba como el escape perfecto, una liberación del dolor que me ahogaba.

—¡Desquítate conmigo! —sollocé, mi voz un eco de desesperación. Las lágrimas amenazaban con brotar, cada una pequeña traición a mi resistencia.

—¡Cierra la puta boca, que no soporto tus lloriqueos! —gritó, y sus palabras eran como cuchillos afilados que cortaban el hilo de mi cordura —. Es tan sencillo lo que te estoy pidiendo... o no me digas que te enamoraste de ese señor. ¡Por Dios, Mónica! Es mucho mayor para ti. Como un padre preocupado y con experiencia. Déjame decirte que las diferencias de edad no son buenas para una relación...

El veneno en su voz se mezclaba con el terror que crecía en mi pecho. La imagen de mi abuela, frágil y vulnerable, me asaltaba, y con cada segundo que pasaba, el pánico se apoderaba de mí.

—¿Si te ayudo, ¿cómo estaré segura de que no dejarás morir a mi abuela? —susurré, mi voz temblorosa casi se perdía en el aire. La ansiedad me consumía, y sentía como si un nudo apretara mi garganta, amenazando con ahogarme.

—Odio admitirlo, pero te necesito infiltrada en la mafia de ese bastardo...

Mi mente giraba, atrapada entre la desesperación y el deseo de confiar en Calix, que parecía ser mi única salvación. Pero, al mismo tiempo, una oscura sombra de dudas se cernía sobre mí. ¿Podría realmente ayudarme? La última vez que confié en alguien, el cuchillo de mi padre se hundió en la carne de mis esperanzas. Nadie me ayudó entonces, cuando más lo necesitaba. Ni siquiera gritar sirvió de nada. Aquel día aprendí que estaba sola, que la única salida era hacer lo que él quería. No había nadie más.

Destrúyeme, cariño (+21)Donde viven las historias. Descúbrelo ahora