Destrúyeme, cariño (+21)

Especial de noche de brujas

Capítulo independiente y presentando un poco de lo que le espera Hanna, también para comentarles que no hay fecha de actualización del otro capítulo.

Feliz noche de Hallowen.

-Edith Bermejo

ESPECIAL HALLOWEN

MÓNICA

Me miré en el espejo, la capa roja envolviéndome como un abrigo de seda. El corset negro ceñido marcaba mi cintura, acentuando mis curvas de manera provocativa, mientras que el escote pronunciado dejaba entrever más de lo que solía mostrar. La tela suave del corset realzaba mi busto, dándole forma y atrayendo la mirada hacia mí, un detalle que no podía ignorar. La mini falda, corta y juguetona, se alzaba por encima de mis muslos, revelando la piel bronceada y una pizca de peligro en cada paso que daba.

La capa caía elegantemente por detrás, como un velo misterioso que prometía aventuras oscuras. Cada vez que me movía, el tejido de la falda crujía suavemente, un recordatorio de que estaba lista para la noche que me esperaba. Era un disfraz que hablaba de seducción y audacia.

Mientras me ajustaba el cabello me preguntaba sí era apropiado...

—¡No puedo creer que finalmente vaya a mi primera fiesta de hallowen! —exclamó, dando vueltas con su vestido de Blancanieves, la falda ondeando como si fuera una cortina de teatro.

—También es mi primera fiesta —dije. —¿Crees que nos verán bien? —pregunté, jugueteando con el borde de mi capa, un gesto que me delataba más de lo que quería admitir.

—¡Por supuesto! Eres la Caperucita más sexy que he visto —respondió con confianza, aplicándose lápiz labial rojo como si estuviera preparándose para conquistar el mundo—. Y yo soy la reina que te acompañará en esta aventura.

Reí, aunque mi mente se desvió hacia lo que podría suceder esa noche. Mi corazón dio un vuelco al pensar en Calix, en su mirada intensa que siempre parecía leerme.

—Solo recuerda —dijo Hanna, dándome un empujón juguetón—, ¡diviértete! Es Halloween, no hay reglas.

Ambas salimos de la habitación y nos dirigimos a la gran fiesta. Ya era casi las diez de la noche, y Hanna y yo teníamos en común que nos tardábamos en llegar. A veces me preguntaba si esa era nuestra forma de hacer que la espera valiera la pena, pero esta noche sentía que las mariposas en mi estómago eran diferentes.

—¿Estás lista para conquistar esta fiesta? — preguntó Hanna con una sonrisa que deslumbraba bajo la tenue luz del pasillo.

Miré hacia abajo, sintiendo cómo el corset negro se ceñía a mis curvas. Mi disfraz de Caperucita Roja me hacía sentir atrevida, pero también expuesta. Luego levanté la mirada, encontrándome a muchas miradas de hombres. Todos me veían como si me fueran a comer en cualquier momento.

—Espero no desmayarme con tantas miradas sobre mí—respondí entre risas, intentando ocultar la mezcla de emoción y nerviosismo que burbujeaba en mi interior.

Cuando cruzamos la puerta del gimnasio, la música retumbaba como un latido, envolviendo el aire con energía. La decoración era un laberinto de telarañas y calabazas, luces parpadeantes danzaban al ritmo de la música, creando una atmósfera mágica. Los alumnos de todos los grados estaban dispersos: algunos bailaban, otros se reían en grupos, disfrutando del momento.

Me dejé llevar por el ritmo, mis pies moviéndose al compás de la música. Con cada giro, sentía que el peso de mis preocupaciones se desvanecía un poco más, y una risa espontánea brotó de mis labios. Mientras disfrutábamos del ambiente, mis ojos se desviaron hacia un rincón oscuro donde un grupo de chicos se reía a carcajadas. Entre ellos, un chico de cabello oscuro y mirada intrigante me observaba. Mi corazón dio un vuelco.