CAPÍTULO 7
CALIX
Mónica tenía un cuerpo capaz de ponerme a cien. La camiseta se ceñía tentadoramente a su exuberante figura, que hacía que aquella simple blusa deportiva fuera tan infernal como su desnudez, tan seductor y sugerente. Su sujetador se traspasaba ligeramente dejaba, de por sí dejaba poco espacio para la imaginación, pero se ajustaba tan perfecto en sus pechos. Unos pechos que seguramente rebosaban las palmas de mis manos. Y eso que yo tenía unas manos bastante grandes.
Me la imaginaba de diferentes formas: tumbada en la cama conmigo, sin esa camiseta deportiva, sin leggins, sin bragas. Me imaginaba devorando su boca, sus dos grandísimas tetas de Diosa, hundiéndome profundamente y duro dentro de ella mientras la escuchaba gemir fuerte y preciso. Me pregunto que se sentiría deslizarme dentro de su apretado coño.
El deseo de apoderó de mí con tal fuerza que estuvo a punto de gemir en voz alta.
Espero no me tomé nuevamente otra hora para dejar de pensar en su piel suave, o en cómo se sonrojan sus mejillas cada vez que cree que me ofende su lengua áspera. O en lo bien que huele, a jazmín y azahar, o en las veces que me he follado con la mano, pensando cómo se sentiría enterrarme en su boca, coño y trasero.
Estaba a punto de sacar mi enorme bulto de mis pantalones cuando una llamada me hizo retroceder y gruñir en lo bajo. Decidí dejar a mi polla en mis pantalones, no era momento de darle un poco de piedad, no después de todo lo sucedido en esta tarde tan monótona.
—¿Qué? —espeté, aparentemente enfurecido por interrumpirme.
Adonis gruño del otro lado de la línea, también enfurecido. —¿Cómo que qué? ¿Si sabes la gravedad de lo que le hiciste al hijo de Alexei Markov? ¡Lo mandaste a quirófano! ¿Si sabes que le reventaste un riñón? ¡El pobre seguramente vivirá el resto de su vida, sobreviviendo con uno solo! ¿En qué demonios estabas pensando?
Me levanto y sirvo otro trago de whisky. Esto iba para largo.
—Puede vivir perfectamente con uno solo.
Adonis resopló del otro lado. —Tú no eres tan inoportuno... sé que eres un hijo de puta sin escrúpulos que no le importada nada, sin embargo, no eres tan descabellado al momento de actuar. Más cuando se trata sobre la Orden Demon. ¿Qué te hizo actuar así?
Mi polla y una mocosa con unos pechos bien desarrollados, no lo sé.
Intenté fingir que no me importaba algún enfrentamiento entre el ruso y ella. Quería demostrarle a la chica que estaba en un terreno bastante peligroso y que tenía que aprender a protegerse a sí misma y no dejarse vencer tan rápido. También deseaba vengarme por su inocente provocación. Era tan idiota que simplemente al ver como actuaba en la lección me dieron unas tremendas ganas de echarla por mi hombro y llevármela a Atenas, quedándose en mi mansión, respaldada por todos mis hombres de confianza, para que, de este modo, no se rompiera como un jodido vaso de cristal. Estaba más que clara que su padre no hizo un buen trabajo con ella... y ella no era como su gente. Eran tan románticamente leal y amorosa con una mujer que apenas había conocido. Tenía un instinto protector tan alarmante en este mundo. Ella estaría jodida en cuanto tomará el lugar de su padre.
—Tal vez enloquecí —Me sinceré por un momento. La pequeña obsesión que comenzaba a desbordarse por Mónica García, se volvió uno más de los secretos que me llevaría a la tumba.
Hubo un silencio rotundo. Adonis permaneció en completo silencio. Carraspeó y masculló lentamente—¿Por qué?
Ni siquiera yo tenía la respuesta para aquella pregunta. Simplemente mis instintos masculinos, feroces y grotescos salieron a la luz cuando vieron como el asqueroso brazo del ruso rodeaba el frágil cuello de la princesa de la mafia mexicana. El bastardo ni siquiera le dio la oportunidad de tener un combate más limpio... solo fue directo al punto más débil, aprovechándose de la ventaja. Mónica era un jodido cordero, no sabía lo mínimo de un combate cuerpo a cuerpo.
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Destrúyeme, cariño (+21)
Romansa"Amor, traición y un juego de poder donde no hay reglas... Solo la promesa de destrucción." Mi padre me quiere muerta. Traicioné a la familia, y pagaré las consecuencias. El hombre que alguna vez llamé padre me entregó a una jauría de lobos hambrien...